He participado en diversos actos
culturales invitado por el Ayuntamiento de Olot, bajo un
intenso frío que ha ido remitiendo a lo largo del día, y lo
he pasado muy bien. Incluso en el sentido culinario.
En una de las charlas informales que he mantenido con
algunos miembros del consistorio garrotxiano, salió a
colación el tema de subvenciones que otorga el municipio a
las entidades culturales y deportivas de la ciudad, capital
de La Garrotxa.
De todo lo hablado destaca, sobremanera, el descenso del
importe de subvenciones para el año 2011, motivada
principalmente por el recorte presupuestario al que está
obligado el ayuntamiento de la mencionada ciudad.
Suele ser que las subvenciones van destinadas a entidades
con residencia oficial en el municipio y las que no están
inscritas, aunque participen, no reciben ni un euro.
Viene esto a cuento sobre la noticia aparecida en éste mismo
periódico sobre el recorte de subvenciones a las Casas de
Ceuta en la península.
Obvio es que me hace gracia la postura de las directivas de
las Casas de Algeciras y Madrid con sus quejas y amenazas de
realizar manifestaciones ante la Asamblea de Ceuta, órgano
de gobierno de la ciudad.
Creo, por mi experiencia a lo largo de mi vida
socio-cultural, que las directivas de esas Casas están
cometiendo un error de bulto al manifestar esas quejas sin
tener en cuenta diversos factores.
En primer lugar, la Ciudad de Ceuta no está obligada,
realmente, a conceder subvenciones a entidades que no tienen
su residencia dentro de los límites del municipio ceutí
aunque sus miembros sean ceutíes de toda la vida.
Si las concede, eso será como un hecho puntual de
condescendencia y buena voluntad de colaboración para con
esas entidades y como una especie de compensación mínima por
pasear el nombre de la ciudad por todo el territorio
nacional.
En segundo lugar, todos sabemos las dificultades económicas
que está pasando el país y ello conlleva una reducción de
toda alegría derrochadora.
Y en tercer lugar, pesa mucho la clase de actividades que
organizan las Casas a lo largo del año y la influencia que
éstas pueden tener en las Comunidades de residencia.
Ignoro el número de asociaciones con residencia en Ceuta, no
así el número de Casas de Ceuta repartidas por todo el país.
Lo que no ignoro es el número de asociaciones de mi actual
ciudad de residencia, Mataró, que suman un total de 544
asociaciones.
Imaginemos que el consistorio mataroní concede una
subvención de 10.000 euros a cada una de las asociaciones…
5.440.000 euros. Desequilibrante cantidad para cualquier
presupuesto de una ciudad de más de 100.000 habitantes.
Sopesemos ahora que las Casas de Ceuta son asociaciones
culturales, deportivas y recreativas con el mismo “status”
que las demás asociaciones, de carácter general, con sede en
la respectiva Comunidad Autónoma y por eso mismo también
tienen derecho de solicitar subvenciones a los Gobiernos de
la Comunidad Autónoma de residencia de cada una de ellas
¿no?
Así y todo, los miembros de las Casas deben estar
agradecidos que la Ciudad de Ceuta conceda esas subvenciones
tal como las concede. Aunque rebajen su importe. Ya vendrán
tiempos mejores.
Sin embargo, el auténtico problema de las Casas de Ceuta
está en el envejecimiento de la población y ello conlleva la
reducción de sus socios, ya que la descendencia de aquellos
ceutíes que emigraron a la península no suelen interesarse.
Aparte de lo arriba descrito también influye,
comparativamente, los flujos de emigración de los ceutíes,
que es ahora bastante reducido en referencia a los años 60,
cuando las sociedades de la España de aquellos tiempos
estaban más cerradas en sí mismas y existía la necesidad de
agrupamiento de la gente afín.
|