Lástima que se pierdan en el
olvido, de que formamos una familia, sin ajusticiar a nadie,
por la jerarquía, sin preguntar a qué es debido.
Paseando por Fuente Caballo mirando al mar y el placer de la
espuma y la sal, van preparando los reyes, locuras de
regalos, juguetes y artilugios de la era moderna, pero falta
“coco”, imaginación, algo así como disfrutábamos antes. La
anécdota y su gracia, fue hace treinta y cinco años en el
Pasaje Bentolila, en Villajovita. Allí tenían una pequeña
casita, mi tío, Pepe Mora y mi tía Carmina, tras la
murallita blanca de cal, de la puerta de la casa, se veían
los verdes montes y huertas, la falta de la subida a Varela,
típicos, eran esos paseos bajando unas escalinas que daban
al barrio de Las Latas, y tras degustar un refresco, con mi
abuelo y mi tío, en Casa Fernando, pedía bajar a brincar y
correr por la playa Benítez. Sólo de pensarlo me quedo
embelesado en esos bellos, rincones caballas que tenían su
encanto. El momento épico y gracioso fue una tarde de
verano. Mi abuela Anica, me pidió que la acompañase a
Villajovita, a abrir la casa de mis tíos, que estaban de
vacaciones, y había que echarle una miradita. Mi abuela que
abre la puerta, la ventana, airea la casa, coge un cubo y se
pone a fregar, y yo, que doy con el coche de pedales, de
esos que eran de color butano, naranja, y sin que se de
cuenta, subo al final del Pasaje Bentolila, la calle Genaro
Lucas y Calderón de la Barca, me acomodo en el coche, no
cabían mis piernas en los pedales, pero tenía que disfrutar
el momento. Lanzarme por la cuesta abajo, y doblar justo al
Pasaje Bentolila. En el silencio de la tarde, el coche
embalado, giré el Pasaje y casi me empotro en la pared
encalada, hoy, treinta y seis años después, no puedo
olvidar, entre risas, la cara perpleja de mi abuela con las
manos en la cabeza, vamos, que parecía un Kamikaze. Me dio
una capuana y me quitó el coche. Entre risas y carcajadas,
solo en mis pensamientos caminaba solitario por la ribera,
son los ejercicios de mas de cuarenta años, el gesto de la
abuela Anica, y el coche de pedales, estilo Colin MacRae.
Había ideas, imaginación, para disfrutar con lo que teníamos
para jugar, va por ti, Jesús Mari, fue un año de aquellos,
en el Pasaje Bentolila. . ahora que estan de moda los patios
de mi tierra
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