Como es natural. Porque buena
culpa del crecido Marruecos es de la débil España zapatera…
fruto de aquél 11-M. Pero como dice un popular dicho moruno,
“No desprecies un palo pequeño, pues puede sacarte un ojo”.
Tomen nota los vecinos del sur pues si algo une a los
españoles (catalanes y vascos incluidos) es el vino, el
jamón de cerdo y unas nulas simpatías (por las razones que
fuere) a Marruecos. Y en ello coinciden ciudadanos de
izquierda o de derecha. ¡Mira tú si, al final, lo que va a
volver a unir a la ciudadanía española es la defensa de
nuestro país y sus valores frente a la tradicional
agresividad y el larvado expansionismo de Rabat!. Varios
partidos políticos marroquíes han lanzado una iniciativa
para, como ya les había adelantado en esta columna, empezar
a exigir visados a los turistas españoles (Túnez tiene
playas preciosas, amén de un mágico desierto, las polícromas
pinturas prehistóricas del Hoggar argelino son únicas…) y
amagando con una “boutade”, elevar otra vez a la ONU el tema
de la “descolonización” de Ceuta y Melilla. ¡Qué pesadas son
estas criaturas!. Bueno, también han pedido revisar los
crímenes del ejército español en la guerra del Rif… Manda
huevos. Desagradecidos encima, cría cuervos. Crímen de
guerra fue bombardear con napalm hogares rifeños en 1958,
mientras un joven príncipe llamado Mulay Hassan ametrallaba
a la población civil desde un helicóptero; crímenes de lesa
humanidad son fusilar a mansalva a ciudadanos marroquíes,
hombres, mujeres y niños sin distinción, en Casablanca y
Tetuán… Invito a la clase política y a los periodistas
marroquíes a ajustar de una vez las cuentas con su reciente
historia y a no seguir siendo esclavos de un pasado
tenebroso. Porque sin ello no hay transición que valga y la
frágil democracia marroquí sigue siendo, más que un sueño,
un señuelo con aquello de, parafraseando al hábil Torcuato
Fernández Miranda, “solo se reforma lo que nunca se quiere
cambiar”. Digo.
De paso, sería interesante leer en la prensa marroquí
reseñas de los últimos e interesantísimos documentos
filtrados de la embajada de Estados Unidos en Rabat a lo
largo de 2008: desde la muy real corrupción
(“institucionalizada”, escriben los norteamericanos) a la
desairada situación de las FAR (Fuerzas Armadas Reales) y la
infiltración en la institución del integrismo islamista,
pasando por la absoluta falta de pruebas (aunque algunos
indicios sí ha habido, yo mismo he escrito de ellos) que
relacionen al Frente Polisario con las bandas terroristas
del AQMI (Al Qaïda en el Magreb Islámico), ligazón por
cierto que intentó falsamente mostrar en su último libro un
periodista español, vergonzante “converso de la raja”,
afincado en Rabat. De lo que sí advierten los bien
informados gringos es de los oscuros y lucrativos negocios
del corrupto general Abdelaziz Bennani en las pesquerías del
Sáhara, como ya adelantaba en 2006 el exiliado comandante
Mahjoub Tobji en su documentado libro (editado en París)
“Los oficiales de Su Majestad”.
He escrito hasta la saciedad que España no es, ni mucho
menos, el principal problema de Marruecos. Y la nada
amistosa OPA que, desde primeros de este año, Rabat está
lanzando contra una pánfila y debilitada España puede
volverse como un letal “boomerang” contra sus impulsores.
Habría también otra explicación, a la que siempre recurren
los gobiernos autocráticos. ¿Acaso el Reino de Marruecos
estaría pasando por alguna insospechada crisis interna que
le incite a “enredar” a su desinformada ciudadanía con
asuntos de política exterior…?. El problema de las espesas
relaciones bilaterales hispano-marroquíes se está
enquistando. A Zapatero ya se le está yendo de las manos… y
a Rabat puede pasarle lo mismo.
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