Después de más de treinta y cuatro
años trabajando en la Cámara de Comercio, Industria y
Navegación, me duele en lo más profundo de mí alma que vayan
a desaparecer, a sabiendas que esta institución ha realizado
una tremenda labor en favor del Comercio, la Industria y la
Navegación, no sólo en el territorio nacional sino en el
extranjero donde gozan de un reconocido prestigio y respeto.
Y me duele más porque, en definitiva, no entiendo la razón
por la cual deben desaparecer con la gran labor que realizan
en favor de la pequeña y mediana empresa si nadie lo remedia
dejando desamparada, con su desaparición, a esas pequeñas y
medianas empresas a las que asesoraba.
Y sigo sin entender, por mucho que lo intento los motivos de
su desaparición que, al final de cuenta, no tiene ninguna
razón de ser, ya que en nada beneficia a las medidas tomadas
para paliar la crisis, puesto que su desaparición nada
aporta al Gobierno en esas medidas para tratar salir de la
crisis.
La Cámara vive de unos pequeños porcentajes de las
declaraciones de los beneficios de las empresas. Como estos
se realizan según el montante de beneficios, hay un cuarenta
por ciento de pequeñas y medianas empresas que no pagan al
no llegar sus beneficios al montante por el que han de
contribuir.
La mayoría que tiene que pagar lo hace alrededor de 20 euros
al año, otros entre 20 y 60 euros anuales, así hasta llegar
a una ínfima cantidad que pagan 300 euros anuales y sólo un
2% que son los que conforman las grandes empresas pagan más
de 300 euros anuales.
Ante estos pagos, cantidades de poca monta que pagan la
mayoría de sus afiliados, cabe preguntarse a quién o quiénes
benefician esta normativa. No hay que ser muy inteligente
para saber que esa normativa, que va a llevar a la
desaparición de las Cámaras de Comercio, Industria y
Navegación, sólo beneficia a las grandes y millonarias
empresas. No hay más. Esa es la pura realidad.
La sabia de mí abuela diría ante esta situación: “Esto es
desnudar a un santo, para vestir a otro. Aunque en esta
ocasión se ha desnudado al santo mas pobre, para darle ropas
de calidad al más rico, puesto que el pobre se ha quedado en
pelotas picada.
O sea lo de siempre, que quienes más pagan son los que menos
tienen. Vale que se les descuente los salarios a los
funcionarios, Vale que se les congele las pensiones a los
pensionistas, porque les dan unos dineros al Estado para
salir de la crisis, prestando su colaboración.
La Cámara no le cuesta nada al estado, porque el Estado nada
aporta económicamente a las Cámaras. Entonces, cuál es la
razón para tratar de acabar con ellas, con la gran labor que
realizan. Sólo tiene una explicación, favorecer a las
grandes empresas. No hay otra explicación.
Total que funcionarios, pensionistas y ahora las Cámaras son
los que estamos aportando para salir de la crisis. O sea los
que menos tenemos. Total más personal al paro y suma y
sigue.
Sigo sin entender la desaparición de las Cámaras, porque no
tiene razón de ser.
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