No.., no voy a caer, como podría dar pié el titular, en la
simplificación de considerar una relación causa-efecto entre
uno y otra.
Las sucursales del Banco de España tienen la importancia y
el peso que tienen o le han dejado que tenga en cada una de
sus sedes, y que históricamente ha ido decayendo.
Por eso, hoy sólo voy a hablar de dos de las siete
afectadas: la de Ceuta y la de Melilla, y con independencia
de los problemas laborales y familiares que cuentan con toda
mi consideración, apoyo y solidaridad; pero estas
reflexiones van por otro lado.
Si la autoridad que tiene el Banco de España para cerrarlas
es la Económica, en estas dos ciudades Autónomas no es
suficiente. Aquí lo que prevalece es un componente político
que, con diferencia, no se ve en ninguna otra parte del
territorio nacional.
En Ceuta y Melilla, salvo que se sea pro-marroquí, la
alternativa a lo nacional (a la bandera que preside ambos
edificios del Banco de España) pasa por ceder parte de
nuestro territorio y nuestra soberanía a otro país: a
Marruecos.
Ninguna decisión, por pequeña que sea cuantitativa o
cualitativamente, debe dar una imagen que estamos dejando
dos plazas que son y quieren seguir siendo españolas.
Si es una decisión económica, se debe rectificar por motivos
políticos; y si es política, debería contar con un amplio
consenso en el Parlamento, y SIEMPRE con la opinión de ambas
ciudades Autónomas.
Sea de uno u otro tipo, un gobierno nervioso, en
descomposición y en una situación como la actual (con
problemas propios y sobrevenidos) debería tomar el menor
número posible de decisiones que pueda afectar a una parte
del territorio nacional y para el futuro. Los políticos son
meros transeúntes en un período histórico y como tal deben
respetarlo.
En Ceuta y Melilla las decisiones se miran desde un prisma
internacional, y cualquier decisión tiene repercusiones,
nada es baladí, todo es importante, y ninguna, ninguna
bandera debe desaparecer por motivos de eficiencia económica
o de cualquier otra índole.
Ceuta y Melilla deben establecer una plataforma conjunta de
actuación, aprovechando la próxima visita del Presidente del
Partido Popular y tratarlo como una cuestión de estado,
porque en ello va la identidad de dos pueblos.
Yo he vivido en territorios fronterizos y sé que son
aspectos totalmente diferentes la movilización política (la
Política) y las relaciones familiares, comerciales de uno y
otro lado de la frontera.
Estamos entrando en un juego con Marruecos, en el que sin
duda vamos a perder. Tenemos que olvidarnos de conflictos
diplomáticos trasnochados y conseguir que Ceuta y Melilla se
vuelvan económicamente hacia Marruecos (que sean sus polos
de desarrollo) y las plataformas de introducción en este
país de muchas empresas españolas que ahora mismo tienen que
internacionalizarse ante la falta de actividad nacional.
Marruecos es una potencia emergente del Mediterráneo con
importantes expectativas de crecimiento y que ofrece rebajas
fiscales a la inversión extranjera. Su objetivo es que la
inversión privada alcance los 4500 millones de euros en 2015
y como prueba de esto se inauguró en septiembre en Madrid la
Agencia Marroquí de Desarrollo de Inversiones.
Por otro lado, los sistemas legales británicos y franceses
se han adaptado a las finanzas islámicas y uno de los retos
a los que se enfrentaría el Banco de España sería la
delimitación y definición de estos productos, y no sólo
dedicarse a una cura de eficiencia cuestionable.
Solamente estos dos apuntes para confirmar que se
necesitarían observatorios (como decía el otro día el
presidente de la ciudad Autónoma de Ceuta) como el Banco de
España, quizás con nuevas funciones y también con las de
ahora.
En Ceuta y Melilla hay abiertas muchísimas posibilidades que
pueden ofrecerse al resto del territorio nacional (quizás
más de lo que puede recibir) y no sólo esperar
manifestaciones políticas como la de ayer aplazada, o
marchas verdes como las de antaño.
Espero y deseo que por el bien de todos podamos seguir yendo
a estas ciudades como siempre…, pero sin pasaporte.
* Abogado y economista
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