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OPINIÓN - VIERNES,3 DE DICIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Fulano se ha ido a tomar baños de sol
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cada dos por tres es presa del decaimiento. Cuando el desánimo se apodera de él lo primero que hace nada más llegar a su casa es tenderse en el sofá. Y allí permanece hasta que se percata de que, además de hacerse polvo los lumbares, aumenta su pesimismo.

Mientras tanto, o sea, durante el tiempo que pasa en el sofá, trata de aliviar sus pesares pensando en aquellos años en los que desde que traspasaba la puerta del edificio municipal, todo el personal se ponía a su disposición. Todavía le parece estar oyendo lo de don Fulano por aquí, don Fulano por allá, o lo que usted diga, señor...

Ganar dinero, entonces, era tan fácil como ordenar en ocasiones que se llevaran a cabo acciones perjudiciales para terceras personas. Y a ver quién era el guapo que era capaz de llevarle la contraria. ¡Qué tiempos aquellos! –exclama convencido de que la verdadera vida era aquella donde cada día se arremolinaban los servidores a la puerta de su despacho para decirle que era el más grande político de la ciudad.

Incluso había un sindicalista, temido por todos, pero que él consiguió que comiera en su mano. Cuántas veces hicieron chanchullos juntos, bajo cuerda, cuando los demás pensaban que eran enemigos irreconciliables. Revivir ese hecho, aunque sea con brevedad, le sirve para esbozar una sonrisa que pronto se convierte en una mueca grotesca. En un visaje de insatisfacción. Que no le abandona por más que intente ver con los ojos de la memoria aquel pasaje de su vida como concejal exitoso.

Ora con los ojos entrecerrados, ya con los ojos cerrados, la melancolía le puede. Y al ver que el pasado, en su caso, siempre fue mejor, se irrita porque es consciente de que padece una pérdida de su propio respeto. Porque sabe que su amor propio ha ido disminuyendo a pasos agigantados. Y se rebela contra sí mismo por no poder parar ese rodar cuesta abajo que le está causando trastornos incuestionables.

Han pasado ya dos horas desde que llegó a su casa y decidió tenderse en el diván, porque está otra vez muy nervioso. Acelerado en extremo. Con la tensión alta y un deseo irrefrenable de ver la mejor manera de poder convertirse nuevamente en el personaje que fue en su pueblo hace ya más de dos décadas.

Ese personaje que, en cuanto se acercaba al edificio municipal, se veía asediado por los clásicos agradadores que le hacían creer que él era, más o menos, una especie de Churchill español. Un político destinado a sentar cátedra en su pueblo. Y se relame de gusto. Se pasa la lengua por sus labios y emite un suspiro enorme, cuyo sonido se ha podido escuchar a una legua.

Mas pronto vuelve a la realidad. A la dura realidad. La de pensar de qué manera es posible apretarle las tuercas al triunfador absoluto, como político, de un pueblo que antes él manejó a su antojo como concejal. Reconoce que lleva ya mucho tiempo tramando contra la primera autoridad municipal. Disfruta muchísimo cada vez que lee artículos difamatorios contra quien, no ha mucho, fue motivo de sus zalamerías. Y hasta ha llegado a soñar, en algunos momentos de duermevela en el sofá, con verse otra vez con poderío suficiente para hacer y deshacer en una tierra donde sólo los hombres de su talla merecen ganar dinero y fama. Día llegará, sin duda, en que nos desayunemos con la siguiente noticia: Fulano ha vendido sus propiedades y se ha ido a... tomar baños de sol.
 

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