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OPINIÓN - JUEVES, 2 DE DICIEMBRE DE 2010

 
OPINIÓN / EDITORIAL

La ‘broma’ del presidente de ANAVE

Perplejos y cariacontecidos quedamos ante las aseveraciones del actual presidente de la patronal de navieros españoles quien advirtió ayer, en un claro mensaje al Gobierno de la Nación tras la aprobación de la nueva Ley de Puertos que entrará en vigor el 1 de enero de 2011, que serán los usuarios de la línea del Estrecho y, concretamente, los de la ruta Ceuta-Algeciras-Ceuta los que pagarán el pato de la subida de precios del billete como consecuencia de los nuevos porcentajes incorporados a las tasas correctoras, que habrán de aplicarse por sujección a la nueva legislación. Si bien, es de esperar que el denominado tráfico estratégico, que constituye la verdadera autopista para ceutíes y visitantes, sea protegido desde la Administración General del Estado a través de los trabajos que actualmente -en fase de culminación- se llevan a cabo en la denominada Comisión Mixta para el Transporte coordinados por la Dirección General de la Marina Mercante.

Menos de recibo es el ‘toque’ del presidente de la patronal, a la sazón máximo dirigente de la naviera Baleària, implantada para ‘dar servicio’ a los ceutíes, y haya sucumbido a la irrefrenable ambición de adquirir una compañía, Buquebus, para sencillamente desmembrarla, aniquilarla e ir deshaciéndose del personal tanto de tierra como de flota. Las evidentes pérdidas económicas que supone esta línea del Estrecho como consecuencia de la competencia descontrolada durante la ‘guerra’ por el reparto del pastel que suponía el aprovechamiento del usuario cautivo, se ha visto aderezada por el ‘golpe’ de la apertura de Tanger Med a cuya ruta se han apuntado todas las que, a priori, iban a apostar por el servicio de la ruta española del Estrecho, incluso derivando buques. La racionalidad la debe aportar el Estado como garante de la prestación de un servicio público necesario y estratégico a los españoles del uno y otro lado del canal. El movimiento de los nacionales por su territorio es libre y no debe quedar coartado por ambiciones empresariales más allá de las correspondientes a la lógica y a la razón.
 

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