Esta mañana y tras la celebración del pleno ordinario del
mes de noviembre, teniendo en cuenta la intervención de la
Consejera del área de Mujer en la que expuso que actualmente
y desde ayer, se viene realizando un curso en el Centro
Asesor de la Mujer, he intentado obtener mayor información
acerca del mismo, llevándome una desagradable sorpresa, en
cuanto a lo relatado por parte del alumnado asistente al
curso señalado.
Tal vez, la Consejera de Educación, Cultura y Mujer no tenga
constancia de los hechos, motivo por el cual relato lo
sucedido a la espera de que tome cartas en el asunto y
depure las responsabilidades pertinentes.
Al parecer, en la tarde de ayer, lunes 29 de noviembre se
dieron cita en el Centro Asesor de la Mujer de Ceuta las
alumnas inscritas en el Curso “Atención especializada a
menores expuestos a la Violencia de Género”, organizado por
la Consejería de Educación, Cultura y Mujer y el Centro
Asesor de la Mujer. Conforme iban llegando, les iban
metiendo en un aula que no tendría más de 20 sillas, con lo
cual se ocuparon todas y parte de las asistentes se quedó de
pie. La primera solución que propusieron las organizadoras
fue que se retiraran las mesas que se distribuían en el aula
para así disponer de espacio para más sillas. Aunque al
percatarse que esta no era la solución, les emplazaron a ir
a tomarse un café mientras buscaban una solución para ubicar
a las asistentes, que fueron más de las 25 personas
inscritas. Esto causó sorpresa en las asistentes,
probablemente porque existe algo fundamental y básico para
organizar una acción formativa y es la previsión y también
existe algo que se llama limitación en la inscripción, sobre
todo si no se cuenta con el espacio suficiente.
A la vuelta de la obligada pausa, algunas alumnas pasaron a
una nueva aula, logrando ocupar asiento, aunque otras se
quedaron fuera de pie. Entre las que se encontraban en el
interior del aula y las que se quedaron fuera, podríamos ser
en total 50 personas. Si me hablaran de 2000 personas, se
entendería tal desbarajuste, tal “desbordamiento” e
imposibilidad de colocar a todas en un espacio hasta que
finalizara la construcción el Anfiteatro del Conjunto
Cultural de la manzana del Rebellín, pero siendo ese número,
invitaba aún más a la incomprensión de lo que acontecía.
La “mejor” disculpa que se les ocurrió a las organizadoras,
tanto a las que permanecían fuera del aula como a las de
dentro, es que hubo un error de inscripción y que se habían
puesto en circulación dos listas de inscripción. Esas dos
listas, ¿no se contrastaron antes del inicio del curso?, ¿no
existe un Coordinador/a de Formación que aprecie este error?
¿Tan difícil es gestionar un curso con límite para 25
personas? Parece ser que sí. Estas explicaciones parece que
no convencieron a nadie, porque cualquiera que haya
organizado alguna acción formativa alguna vez sabrá que una
lista de inscripción hay que pasarla a ordenador y en base a
ella confeccionar otro listado de asistentes para las
firmas. Y quien confeccionó este listado final ¿no advirtió
que existían casi 60 inscritos en lugar de 20?
Cometido el error, la falta de previsión, la falta de
comunicación, la desorganización en suma, aún les faltaba la
gota que colmase el vaso de la indignación de las alumnas
del curso. Así, lo peor, fue presenciar la solución o
remedio que se le iba a aplicar a tal situación. Hay que
comentar que algunas de las asistentes hicieron cambios en
sus trabajos para poder asistir, en ese ejercicio tan
complicado de conciliar la vida familiar y
laboral-formativa. Y si a todo ello se le suma que era una
tarde que invitaba a no salir de casa puesto que
literalmente diluviaba y que la ciudad permanecía en alerta
naranja por lluvias intensas se comprende aún mejor su
indignación.
La mejor opción hubiera sido elegir a las primeras 25
personas inscritas y que fueran ellas las que recibieran
esta formación, premiando su precoz interés, mientras se
“organizara” otro curso para las demás personas asistentes.
Pues bien, parece ser que entre las responsables tuvieron la
“genial” y “justa” idea de que se apuntaran todas en una
lista, y los nombres que salieran al azar se quedarían a
realizar el curso. No sin antes, tener la “deferencia” de
decirles que las descartadas, tendrían preferencia para otro
curso en Enero. Tales hechos no pueden ser calificados de
esperpénticos.
Me consta y quiero seguir pensando que hay magníficas
trabajadoras en el Centro Asesor de la Mujer y que la
mayoría son ajenas a este gravísimo hecho, pero también
quiero recalcar que hechos como este empañan mucho la labor
que se está desarrollando y son esas mismas trabajadoras las
que tienen que evitar que la dejadez, la desorganización y
la falta de previsión de ciertas personas emborrone el
trabajo diario.
Qué le parecería a la responsable del CAM, si en los
presupuestos el equipo de Gobierno, para destinar partidas a
formación del CAM, lo hiciera al azar y tuviera que elegir
papeletas y que el azar decidiese el sino de tales partidas,
¿sería justo?. Y qué les parecería a las trabajadoras si
hubiera que despedir a algunas y fuera el azar en forma de
papeletas la que eligiera el nombre de las defenestradas,
¿sería justo?
Tras las quejas formuladas hasta ahora por las alumnas, es
por lo que procedo a hacer público tan pésima gestión y a
instar a la señora Consejera a que aclare este tipo de
“soluciones” (¿) tan a la ligera y la tremenda
desorganización que se ha puesto de manifiesto en el Centro
Asesor de la Mujer.
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