Pronto cumpliré tres décadas
viviendo en esta ciudad. Demasiado tiempo como para no saber
de qué va la cosa en Ceuta. Treinta años vividos
intensamente en el mismo sitio dan para mucho. Dan, sin el
menor género de duda, para poder decir lo que me plazca si
acaso alguien trata de contar milongas.
Varios son los mentirosos con medios existentes en esta
ciudad. Y debo decir que oigo sus mentiras como quien oye
llover. Porque habiéndome habituado a ellas, me he
acostumbrado a prestarles la mínima atención a quienes creen
estar en posesión del poder suficiente para contar historias
trucadas, seis meses antes de que haya que acudir a votar.
Aunque a veces es conveniente salirles al paso.
En estos días, algunos sujetos, que estoy convencido de que
no andan bien de la sesera, han ordenado a quienes escriben
panfletos y periódicos digitales, que proclamen a los cuatro
vientos que ellos no están subvencionados por el gobierno
local. Es decir, que los periodistas que hacen posible tales
medios se están costeando su estancia en Ceuta de su propio
bolsillo.
Que tales periodistas, cuyos nombres no tendré el menor
inconveniente en nominar cuando lo crea oportuno, escriben
contra el presidente de la Ciudad porque son tan de
izquierdas que tratan por encima de todo de acabar con la
hegemonía en las urnas del Partido Popular en esta tierra.
Semejante trola es fiel demostración que los periodistas que
hacen posible el panfleto y el diario digital están
convencidos de que los ceutíes, mayoritariamente, son
ciudadanos de ínfima categoría. Personas analfabetas que no
son capaces de ver más allá de sus narices. Con lo cual
están actuando con una arrogancia desmedida y, sobre todo,
mostrando un desprecio absoluto hacia el bien pensar de los
ceutíes.
Cuando tales periodistas insisten en destacar que los medios
en los que ellos trabajan son independientes, porque no
reciben ni un duro de la publicidad institucional, amén de
mentir cual bellacos, dan pruebas evidentes de ser unos
tontos redomados. Pues nadie, a estas alturas de la vida,
puede creer que estén manteniéndose con sus dineros.
Yo conozco algo de la vida del último periodista que se ha
incorporado al periódico digital y al panfleto que sale los
lunes, y sé lo que él y su mujer ganaban en un medio que
sigue manteniendo la misma línea editorial que el primer
día. O sea, el día de su nacimiento. Que fue, si no yerro,
en el año de 1995. Y donde yo tuve el privilegio de escribir
el editorial.
Por consiguiente, tengo el derecho a poner en duda que haya
fulanos que se hayan comprometido a escribir en periódico
digital, y en panfleto, por amor al arte. Porque son muy de
izquierdas y partidarios de que Juan Luis Aróstegui y
Mohamed Alí sean quienes rijan los destinos de esta
ciudad. Tanto el periódico digital como el panfleto de los
lunes están pagados por quienes, a su vez, reciben grandes
cantidades de dineros correspondientes a la publicidad
institucional. Y qué decir de la ayuda económica procedente
de un sindicato. A tales periodistas, quiero decir, a
quienes hacen posible el periódico digital y el panfleto,
les diré que nada tengo contra ellos. Pero tampoco me caen
bien. Ya que me desagrada que traten de tomarle el pelo a
los ciudadanos.
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