Pleno siglo XXI. Tecnología, ciencia e innovación corren en
paralelo a la visión de un mundo global donde todos los
seres humanos conviven en diversos territorios. Aunque
convivencia, en muchas y numerosas ocasiones, no es sinónimo
de respeto, tolerancia, integración o aceptación.
Sí, el siglo XXI continúa su transcurrir aunque puede que
aún la desinformación o el desconocimiento jueguen malas
pasadas a favor de las etiquetas, de los estigmas sociales,
del miedo y la inseguridad ante la falta de certeza. Juan
Carlos utiliza este seudónimo para mantener su anonimato en
Ceuta, al igual que lo hacen muchos portadores del VIH
(virus de la inmunodeficiencia humana) y enfermos de SIDA
para asegurar esa cláusula de confidencialidad y que no se
vea comprometida en los espacios físicos.
“En esta ciudad sólo hay un hospital, por lo que todos los
pacientes vamos a una misma consulta, todos nos vemos y
sabemos para qué asistimos. Para no comprometer a nuestros
familiares, amigos o a nosotros mismos, las personas que
tienen poder adquisitivo acuden a hospitales de Málaga o
Sevilla para que nadie sepa si está infectado o está
enfermo. Se evita así cualquier daño moral, psicológico o de
discriminación que puede sufrir la persona”, relataba Juan
Carlos.
Este joven es portador de VIH desde hace más de 20 años y
asegura, tras haber vivido en otros puntos del territorio
nacional y ahora en la ciudad que, “aunque los profesionales
sean iguales o incluso mejores, aún existe ese miedo a
romper la confidencialidad”, por lo que la esperanza a la
aceptación va esfumándose poco a poco y el mensaje claro,
veraz y transparente cada vez se percibe más borroso. “La
información no llega de manera clara ni idónea. Y esa
desinformación es lo que produce el miedo y el rechazo
social, pero no sólo sobre el SIDA, sino de cualquier tema
del que podamos hablar. Y es que las personas aún no saben
que no es un contagio, es una transmisión ya que, por
ejemplo, si dos personas deciden mantener relaciones
sexuales sin protección, se están transmitiendo. No es un
estornudo que se contagia en todo un entorno”, enfatizaba.
‘Vive deprisa y harás un bonito cadáver’, promulgaban Los
Ramones, y de este dicho se hacía eco Juan Carlos para
asegurar que los índices de mayor infección continúan
recayendo sobre varones jóvenes homosexuales y mujeres,
“colectivos que se siguen manteniendo en el tiempo”.
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