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OPINIÓN - MARTES, 30 DE NOVIEMBRE DE 2010

 
OPINIÓN / COLABORACION

El Banco de España debe seguir vivo en Ceuta y Melilla

Por Juan Sánchez Troyano *


El anuncio del cierre de las sucursales del Banco de España en ambas ciudades autónomas me parece un error político de una trascendencia gravísima y la actitud que están manifestando ustedes me parece completamente acertada. Ni es el momento ni el lugar oportuno.

Quizás las sucursales del Banco de España hayan perdido hoy parte de sus funciones pasadas, pero en mi opinión es donde hay que incidir. Se necesitan en ambas ciudades un nuevo tipo de “sucursal” del Banco de España.

Tendríamos que conseguir que estas sedes se involucraran más en la vida cotidiana de ambas ciudades y en la realidad de la cuenca sur del mediterráneo. La realización junto con los organismos económicos de la ciudad de recopilación de estadísticas y estudios sobre aspectos financieros y socioeconómicos del norte de África solo se puede hacer desde allí. Por la posición estratégica, a caballo entre dos continentes, es un lugar ideal para ser el portavoz de una realidad económica que pasa por migraciones tanto personales como financieras. Tenemos un campo de trabajo desde Marruecos hasta los países del Golfo, de sus economías y de sus posibilidades. Quizás haya que cerrar algunas funciones obsoletas del Banco de España en Ceuta y Melilla pero no las posibilidades que se abren de cooperación en unos momentos especialmente delicados.

Las fronteras de siglos atrás son superadas por la ósmosis que tanto en Ceuta como en Melilla viven sus poblaciones, y el Banco de España debe adaptarse a esa realidad y no perder ni sus funciones necesarias ni el mundo de posibilidades que se abre.

No es sólo (que también) una bandera que hay que mantener, no es tampoco una dejación de unas funciones públicas (que también), es la aportación de una nueva realidad. Estas nuevas sucursales deben adaptarse y no extinguirse. Recordemos que vivimos en España mirando a Francfort, pero que también tenemos otros vecinos que viven más al sur y a los que también tenemos que mirar.

Yo no haría hincapié ni en el españolismo de las plazas ni en la poca actividad de las sucursales, sino en la visión que desde allí se puede aportar en una situación especialmente delicada (financieramente hablando) como la que vivimos. No sé si hoy será “vendible” una actitud “españolizante” de ambas plazas, pero lo que está claro es que en Ceuta y Melilla ambas sucursales son algo más que simples organismos financieros; allí la política es un factor predominante, y cualquier rasgo, por insignificante que sea (que no lo es) pueden ser sin duda alguna un factor determinante del futuro de ambas ciudades españolas. El Banco de España debe estar a la altura, y no olvidar que existe también un compromiso político que excede de su ámbito de actuación; de sus decisiones económicas no se pueden derivar perjuicios políticos irreparables.

Se puede hacer que Marruecos no vea en su mantenimiento un intento de perpetuar lo nacional sino una vía de transmisión e introducción de la realidad económico-financiera del Magreb en Europa.

Ceuta y Melilla tienen el privilegio de vivir entre dos mundos y tienen que ser su portavoz.

Esa es su responsabilidad… “

* Abogado y economista
 

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