En estos momentos de dolor, es difícil escribir palabras que
puedan dar significado al sentimiento interno de una
familia, pero hay algo que parte de lo más profundo de
nuestro ser, que no puede quedarse enterrado, eso ha de
salir al exterior y al menos vamos a tener la oportunidad de
sacarlo a través de este texto de agradecimiento a todas
aquellas personas que han estado a nuestro lado y nos han
cuidado, querido y protegido durante estas horas
interminables que por desgracia todos en algún momento del
largo camino de la vida tenemos que pasar.
Ha fallecido nuestro padre, nuestro esposo, nuestro abuelo,
nuestro amigo, se ha ido Antoñito, como le llamaban en su
barrio, en su sitio, ahí, en Claudio Vázquez, donde la que
ahora es una Farmacia fue la casa de su madrina, barrio del
que nunca quiso irse, y donde finalmente dijo adiós a la
vida . Como tantas y tantas personas de su generación, de
anteriores y de las de ahora, se trataba de un hombre llano,
humilde, trabajador, amigo de sus amigos, bueno, muy bueno,
con sus defectos (muchos), con sus virtudes (muchas), pero
sobre todo con un coraje que hoy en día ya es difícil hasta
de comprender, un coraje que le hizo pelear hasta el último
asalto de su vida pero que no fue suficiente para mantener
la llama encendida.
Nunca tendremos palabras de agradecimiento para aquellas
personas que han estado a su lado, a nuestro lado, no
sabemos por donde empezar, no queremos incluir un solo
nombre propio en estas letras, sería injusto, nos invade la
nostalgia, la tristeza, hemos de pararnos y dejar de teclear
porque quizás, no estemos preparado para hacer lo que
estamos haciendo, pero hemos de continuar.
Empezó su última lucha hace un mes en el Hospital
Universitario, donde ha sido atendido por un conjunto de
profesionales a los que no sabemos que decir, limpiadoras,
celadores, enfermeros, vigilantes, ats, estudiantes en
prácticas y por supuesto, un equipo médico que lo ha
intentado todo. Simplemente nos gustaría agradecer todo lo
que hicieron por él y por nosotros, así como felicitarles
por ser buenos profesionales, con una vocación y dedicación
digna de mención, y ya se que muchos dirán que ese es su
trabajo, pero nosotros hemos querido ser justos y objetivos,
otorgando a cada cual lo suyo, esgrimiendo como frase la que
algunos utilizan en muchos ámbitos y contextos !“chapó a
todos, señores”!.
A sus familiares, los más directos, los más lejanos, los que
no pudieron estar cerca de él por la distancia, los que se
acordaron tarde, pero se acordaron, que expresión podemos
utilizar para una familia que nos ha aportado tanto amor,
tanto cariño, comprensión y un sin fin de cosas intangibles
que no tienen precio. Sólo podemos decirles que nunca, bajo
ningún concepto dejen de seguir estando ahí, porque nosotros
siempre intentaremos aportar nuestro granito de arena para
que esto continúe siendo lo que es: “Una familia”.
A sus compañeros de trabajo, los de ahora, los de antes, los
que estuvieron con él y a los que no lo comprendieron en su
larga lucha sindical, no importa, todos han aparecido a
darle el último adiós, y “han estrechado su mano” y que ha
nadie le quepa duda, él ha correspondido a la misma.
A sus amigos y vecinos, los de toda la vida, aquellos que
compartieron tan difíciles momento en una España sumergida
en una Dictadura, teniendo incluso que emigrar al país
vecino a intentar una vida mejor, a los que se acercaron a
él por el simple hecho de ser un tipo gracioso, noble, a
veces, demasiado vulnerable, a aquellos que lo acababan de
conocer y en general a esas personas que compartían sus
ratitos hablando de las cosas cotidianas de nuestra vida
diaria.
A nuestros compañeros de trabajo, independientemente del
escalón que ocupan en nuestro quehacer diario, a esos que lo
conocían por escuchar de nuestra boca lo especial que era
Antonio y que compartían risas con sus hijos analizando sus
anécdotas, a veces incluso siendo partícipes de las mismas,
otras, echándole un capotazo, con ese contraste de
situaciones que al final siempre le hacían ser querido y
comprendido.
A todo el pueblo caballa, de una familia caballa, sin querer
olvidarnos de nadie, nuestras más sinceras palabras de
agradecimiento por haber estado ahí, por habernos ayudado a
superar tan entrañable pérdida, sin olvidarnos de todos los
que están pasando un momento tan difícil como éste y los que
están cuidando de sus familiares en un Hospital día a día,
¡ÁNIMO Y ADELANTE!.
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