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OPINIÓN - MARTES, 30 DE NOVIEMBRE DE 2010

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

En agradecimiento a las personas que
han estado junto a nuestra familia

Por familia Rodríguez Zamora


En estos momentos de dolor, es difícil escribir palabras que puedan dar significado al sentimiento interno de una familia, pero hay algo que parte de lo más profundo de nuestro ser, que no puede quedarse enterrado, eso ha de salir al exterior y al menos vamos a tener la oportunidad de sacarlo a través de este texto de agradecimiento a todas aquellas personas que han estado a nuestro lado y nos han cuidado, querido y protegido durante estas horas interminables que por desgracia todos en algún momento del largo camino de la vida tenemos que pasar.

Ha fallecido nuestro padre, nuestro esposo, nuestro abuelo, nuestro amigo, se ha ido Antoñito, como le llamaban en su barrio, en su sitio, ahí, en Claudio Vázquez, donde la que ahora es una Farmacia fue la casa de su madrina, barrio del que nunca quiso irse, y donde finalmente dijo adiós a la vida . Como tantas y tantas personas de su generación, de anteriores y de las de ahora, se trataba de un hombre llano, humilde, trabajador, amigo de sus amigos, bueno, muy bueno, con sus defectos (muchos), con sus virtudes (muchas), pero sobre todo con un coraje que hoy en día ya es difícil hasta de comprender, un coraje que le hizo pelear hasta el último asalto de su vida pero que no fue suficiente para mantener la llama encendida.

Nunca tendremos palabras de agradecimiento para aquellas personas que han estado a su lado, a nuestro lado, no sabemos por donde empezar, no queremos incluir un solo nombre propio en estas letras, sería injusto, nos invade la nostalgia, la tristeza, hemos de pararnos y dejar de teclear porque quizás, no estemos preparado para hacer lo que estamos haciendo, pero hemos de continuar.

Empezó su última lucha hace un mes en el Hospital Universitario, donde ha sido atendido por un conjunto de profesionales a los que no sabemos que decir, limpiadoras, celadores, enfermeros, vigilantes, ats, estudiantes en prácticas y por supuesto, un equipo médico que lo ha intentado todo. Simplemente nos gustaría agradecer todo lo que hicieron por él y por nosotros, así como felicitarles por ser buenos profesionales, con una vocación y dedicación digna de mención, y ya se que muchos dirán que ese es su trabajo, pero nosotros hemos querido ser justos y objetivos, otorgando a cada cual lo suyo, esgrimiendo como frase la que algunos utilizan en muchos ámbitos y contextos !“chapó a todos, señores”!.

A sus familiares, los más directos, los más lejanos, los que no pudieron estar cerca de él por la distancia, los que se acordaron tarde, pero se acordaron, que expresión podemos utilizar para una familia que nos ha aportado tanto amor, tanto cariño, comprensión y un sin fin de cosas intangibles que no tienen precio. Sólo podemos decirles que nunca, bajo ningún concepto dejen de seguir estando ahí, porque nosotros siempre intentaremos aportar nuestro granito de arena para que esto continúe siendo lo que es: “Una familia”.

A sus compañeros de trabajo, los de ahora, los de antes, los que estuvieron con él y a los que no lo comprendieron en su larga lucha sindical, no importa, todos han aparecido a darle el último adiós, y “han estrechado su mano” y que ha nadie le quepa duda, él ha correspondido a la misma.

A sus amigos y vecinos, los de toda la vida, aquellos que compartieron tan difíciles momento en una España sumergida en una Dictadura, teniendo incluso que emigrar al país vecino a intentar una vida mejor, a los que se acercaron a él por el simple hecho de ser un tipo gracioso, noble, a veces, demasiado vulnerable, a aquellos que lo acababan de conocer y en general a esas personas que compartían sus ratitos hablando de las cosas cotidianas de nuestra vida diaria.

A nuestros compañeros de trabajo, independientemente del escalón que ocupan en nuestro quehacer diario, a esos que lo conocían por escuchar de nuestra boca lo especial que era Antonio y que compartían risas con sus hijos analizando sus anécdotas, a veces incluso siendo partícipes de las mismas, otras, echándole un capotazo, con ese contraste de situaciones que al final siempre le hacían ser querido y comprendido.

A todo el pueblo caballa, de una familia caballa, sin querer olvidarnos de nadie, nuestras más sinceras palabras de agradecimiento por haber estado ahí, por habernos ayudado a superar tan entrañable pérdida, sin olvidarnos de todos los que están pasando un momento tan difícil como éste y los que están cuidando de sus familiares en un Hospital día a día, ¡ÁNIMO Y ADELANTE!.
 

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