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cultura - DOMINGO, 28 DE NOVIEMBRE DE 2010


inmiograntes. reduan.

EDUCACIÓN E INMIGRACIÓN
 

La puerta hacia el futuro
para la lengua española

Danielle, Jean Paul y Lebou son tres de los cinco primeros jóvenes que en Ceuta aspiran a la obtención del DELE, el Diploma de Español como Lengua Extranjera, del que se examinaron esta semana en el propio CETI
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Son protagonistas de su propia historia, de sus ideales, de sus sueños. Llevan una mochila a sus espaldas que quizás les pudiera pesar demasiado pero han sabido sacar de ella lo que les incomodaba, dejando el hueco suficiente para repletar sus vidas de ilusiones y nuevos proyectos. Proyectos que se veían reflejados en sus sonrisas, en sus miradas un poco desconfiadas pero que daban paso a la transparencia, la fortaleza, el ímpetu y la constancia. Y por ello, por estas credenciales que les definen como personas, han logrado convertirse en la primera promoción de inmigrantes de Ceuta que aspiran al DELE, ese Diploma de Español como Lengua Extranjera que ellos mismos ven como llave hacia un futuro prometedor y unas expectativas que seguro alcanzarán con la misma fuerza con la que atravesaron los mares jugando con el destino. Un destino que les pudo resultar caprichoso pero que ahora les devuelve su recompensa. “Pensamos que cuando se marchasen a la península teníamos que darles algo más que las clases de español. Un documento oficial que les acreditase y les reconociese el dominio del idioma”, relataba Halil Mustafa Mohamed, coordinador de Cruz Roja en el CETI.

El fruto de las negociaciones


Muchas fueron las negociaciones que se efectuaron entre la dirección de las instalaciones del Jaral, el propio Ministerio de Educación y el Instituto Cervantes de Tetuán para que Danielle, Jean Paul y Lebou, junto a dos compañeros más, se examinaran el jueves de los cuatro ejercicios que marca el DELE, que ponen a prueba la comprensión lectora y auditiva del alumno y sus expresiones escritas para que en la vida cotidiana el extranjero pueda desenvolverse con soltura en el entorno que le rodea. Estas circunstancias hacían que el máximo representante de la entidad humanitaria en el CETI nos confesara con entusiasmo el que, además, “sea la primera vez que se haga en Ceuta ya que aquí no hay centro examinador del DELE y vienen a hacer la prueba desde Tetuán precisamente aquí. Con esta opción tuvimos que hacer una criba y escogimos a los que mayor nivel tenían para asegurarnos que tuvieran éxito”.

“Pintora, futbolista y optimista”


A escasas horas de ocupar el pupitre, rellenar sus datos personales y presentar la documentación para la prueba, los tres jóvenes aseguraban no estar nerviosos, presionados, inquietos. Eran conscientes de esa compensación que les iba a suponer haber observado el transcurrir de los días y con los libros en la mano y la concentración a flor de piel, como mejor arma para demostrar que una lengua puede atravesar fronteras. “Me gusta este idioma y, sobretodo, poder hablar con la gente. He avanzado bastante y ahora puedo hablar tres idiomas, era mi meta. Este diploma marca mi futuro; poder seguir estudiando, trabajar y formarme aunque ya soy pintora y futbolista. Mis dos pasiones entre las que no podría elegir”, nos relataba Danielle Nicole Mbouyme, una joven camerunesa de apenas 20 años.

Entre pregunta y pregunta, fueron floreciendo varias risas entre los tres inmigrantes que, cada vez más, guiñaban al sobresaliente, al “seguro que aprobamos porque hemos estudiado mucho y tenemos muy buenos maestros”, mirándose con complicidad con los dos profesionales de Cruz Roja que en estos meses les han insistido en las conjugaciones verbales, “lo que más nos ha constado porque son muchos y difíciles aunque los llevamos muy bien”, bromeaban aunque dando pistas de una seguridad muy pronunciada.

“Ingeniero, amante del ordenador”

Quizás fuese el más tímido, recatado, distante, pero poco a poco conseguíamos despertar en su mirada, cubierta todavía por un tímido dolor tras once meses en la ciudad y otros tantos años de su vida luchando por llegar a “algún sitio”, aires renovados, humor fugaz pero discreto. Y en pocos instantes Lebou Cabuya se mostraba tal como es. Un joven de 25 años “amante de la informática” y enamorado de la música, las canciones y las composiciones que algún día relatarán su propia biografía para que otros que, igual que él, han sido capaces de dar la espalda a la desolación y buscar el horizonte con todo su esplendor. Pero, ¿qué significado le ha dado a un simple examen?, le preguntábamos. “En mi país pude estudiar Ingeniería y me encantaría marchar a la península para retomarla porque no la pude acabar. Pero, para eso, tengo que saber español. Si no conozco el idioma, no puedo hacerlo, por lo que este título es una gran oportunidad para mí. Tenemos que agradecer lo que Miguel ha hecho por nosotros; muchas clases, muchas pruebas, mucho estudio y él siempre con nosotros, de lunes a viernes”, relataba el congoleño.

“Divertido, enamorado del español”


Con la misma sonrisa que en estas imágenes, radiante y llena de vitalidad, nos recibía Jean Paul, procedente de Camerún y con escasas 18 primaveras para tanto derroche de encanto. Sincero, simpático y con mucha soltura sostuvo durante toda nuestra entrevista la grabadora, como cual micrófono en un escenario con amplio auditorio. “Este reconocimiento es necesario para sobrevivir en España porque sin el idioma no puedo conocer ni conseguir nada. No es sólo necesidad ya que me gusta mucho también. Si no me gustase el idioma, no lo estudiaría porque ya lo toqué en mi país durante un año y medio. Mi sueño es vivir en Sevilla y tener una buena vida allí, continuando una formación fija porque tengo cinco oficios no reconocidos”, relataba el inmigrante cuyo brillo en la mirada era más que suficiente a las meras palabras.

Diferencias para un mismo fin


Tras las debidas presentaciones parecía que la comodidad se hacía su hueco entre los residentes del CETI y el continuo fijamiento del objetivo sobre sus rostros. Ahora, ya con el diálogo abierto, palabras fluidas despertaron el debate porque no todo eran ilusiones. También un esfuerzo premeditado por el que estos jóvenes serán premiados. “La diferencia que veo entre el francés y el español son los verbos, aquí son muchos”, expresaba Jean Paul, apoyado por Lebou, que especificaba que el embrollo formaba parte de “los verbos irregulares”, reía el congoleño. Y formando parte de esta nueva generación donde los idiomas y la formación se dan la mano en todas las fronteras, rebatía Danielle. “El inglés es mucho más fácil, no tiene tantas terminaciones. Pero aún así, pensamos que vamos a aprobar porque hemos estudiado mucho. El profesor nos ha puesto los medios necesarios para que superemos la prueba”, agradecía la única mujer que se presentaba al examen del nivel A1.

El día a día, a evaluación


Durante nuestro encuentro con los estudiantes escuchamos en diversas ocasiones el nombre de “Miguel”, el profesor, el maestro, y el creador de esta iniciativa que seguro marcará un futuro para la lengua española tras ser esta la primera experiencia piloto que ve nacer Ceuta.

Miguel Ángel Pérez Triano, profesor de español en el CETI, era el que nos contaba porqué, cómo, el día a día, el desarrollo de estos cuatro meses de preparación con cinco estudiantes que han visto en un diploma, una oportunidad para seguir. Envidiable entusiasmo digno de aplicar en grandes dosis a la sociedad. “Hicimos un grupo más amplio pero, por funcionamiento del propio centro, se fueron haciendo salidas. Los niveles que hemos aplicado son los mismos que en el Marco Europeo de Enseñanza de las Lenguas, un poquito más amplio y orientado al examen. Y lo cierto es que traían ya una base”, se aireaba de méritos este profesor que seguro permanecerá en la memoria y los buenos recuerdos de los cinco primeros alumnos con opciones al DELE en Ceuta.
 

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