Particularmente, pienso que
ninguno positivo, y creo, demás, que si no se aborda esto, a
nivel nacional, es que estamos dando pie a que un porcentaje
muy elevado de nuestros jóvenes, con otros menos jóvenes,
estén entrando en la ruta, sin retorno, del campo de los
alcohólicos.
Y buen cuidado he tenido de decir “si no se aborda esto, a
nivel nacional”, porque creo que en Ceuta lo que hay es un
“mini botellón”, o ni siquiera eso, comparado con pueblos de
la Península diez veces menores que Ceuta.
Aquí, en Ceuta, por eso de la moda, y por eso de que las
copas en los bares, como ocurre en toda España, son tan
caras que con “la paguilla” de un joven escasamente tendría
para tres copas, se prefiere comprar “la mercancía” en un
supermercado y con lo de tres copas ya tienen para una
docena y para toda la noche.
Repito, sin embargo, que Ceuta no ha entrado, todavía, en
las grandes rutas del botellón, a gran escala, aunque no por
ello deja de ser muy pesado para las empresas de esa zona en
la que “se asientan” los del “macuto”, cargado de fantas,
coca colas, botellas de wisky, varias marcas de ron y todo
lo que sirve para esos combinados que, ellos mejor que
nadie, saben prepararse.
Y luego, como las noches, ahí, suelen ser largas, llegan las
borracheras, en aquellos menos expertos, o para ser más de
hoy, “los comas etílicos”.
Sin lugar a dudas, las autoridades podrían cortar esto o,
por lo menos, si se tolera, que sea en lugares que no
molesten a nadie.
Lo malo del caso es que buena parte de los jóvenes y menos
jóvenes que van al”botellón” son personas que votan y si un
alcalde se atreve a prohibirlo, ya veríamos si no aparecía
alguna ley que le dijera que esa prohibición es
anticonstitucional o algo parecido, con lo que tendría las
manos atadas y no haciendo nada se evita estar frente a la
ley y frente a los que iban a decir que ya no le votaban
más, simplemente por eso.
Porque preocuparía especialmente a muchos de los alcaldes
que si prohíben el botellón, una buena bolsa de votos se
podría marchar hacia aquel, que no sólo lo permitiera, sino
que, incluso, proporcionara todo aquello para que esas
“reuniones” fueran, todavía, más atractivas para ciertos
sectores de la juventud.
No puede extrañar a nadie que empresarios critiquen que el
botellón se ha adueñado del Poblado Marinero, y menos debe
extrañar que se pida a la Ciudad que “actúe”.
Aquí empieza lo que debe ser actitud responsable en estas
prácticas que han invadido la noche, en ciertos lugares
emblemáticos de las ciudades, lugares que, al final de esos
jolgorios, quedan convertidos en auténticos basureros, y
lugares que sirven para “la jarana” de unos, mientras que
para los que viven allí o para quienes tienen allí sus
negocios, son un auténtico suplicio.
Hemos escrito, en repetidas ocasiones, sobre las molestias
de los manifestantes, a unas hora y por un recorrido
determinado. Eso, aunque sea molesto, al menos en teoría, es
ir reclamando algo para subsistir, mientras que las
incomodidades y los peligros que acarrea el botellón son
para estar, muchos de ellos, jugando con su salud y con la
tranquilidad o, al menos, la normalidad de otras personas.
Se hace necesaria la separación del botellón de una zona
céntrica, como es el Poblado Marinero. Se hace más
necesario, aun, buscar un lugar donde se “practique” ese
botellón, sin molestar a los demás.
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