Inmersa en la cultura española a
lo largo de los siglos en toda clase social, económica y
cultural, la violencia de género sigue siendo, para
desgracia de esta nación, una de las lacras de nuestra
sociedad y una amenaza a la libertad de las personas y a la
igualdad. Si en nuestra presunta avanzada sociedad han
muerto 69 mujeres sólo en este año, en países de nuestro
entorno mediterráneo el sometimiento de la mujer forma parte
de la realidad intrínseca de sus pueblos. Una calamitosa
percepción del poderío del hombre ante la inferior mujer
cuya sumisión se acepta lamentablemente como parte del
acerbo cultural, tanto por ellos como por ellas.
En nuestro país, aunque el entorno lo miremos por mera
cercanía, la Ley de Protección Integral no termina de dar
los frutos apetecidos y las mujeres siguen hallando
obstáculos a la hora de ser protegidas, atendidas y
reparadas del daño.
Educación, educación y educación, esa es la palabra clave.
La sociedad de valores descuidados en la que nos encontramos
nos puede ir llevando a un abismo impensable. La escuela
debe ser el primer peldaño donde incidir en los ciudadanos
del mañana. Entretanto, la concienciación de toda la
sociedad debe jugar un papel decisivo. Las instituciones,
organismos y organizaciones han de promover acciones
permanentes evitando salir a la luz notoriamente una vez al
año con motivo de la conmemoración de este Día. Siendo la
violencia de género entendida, por mayoritaria, la afrenta
física y moral contra la mujer, el hombre también sufre, en
ocasiones, una nueva forma de acoso sobrevenido en tiempos
en los que el sistema le demoniza previamente. Hay que
hallar la justa medida para evitar que nadie ose aprovechar
la coyuntura sobre las heridas físicas y morales, y las
muertes de las verdaderas víctimas de la violencia machista.
Este es un día también para recordar la labor de la Unidad
de Prevención, Asistencia y Protección del Cuerpo Nacional
de Policía, los primeros que practican la tolerancia cero.
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