Desde NNGG vamos a ser claros con la violencia de género.
Estamos hartos de ella. Luchar hasta erradicarla es nuestro
objetivo.
Todos tenemos que echarle ganas y ser contundentes con una
forma de violencia que, en el fondo, es un atentado contra
la sociedad, contra los derechos de la persona, contra la
vida, la libertad y, sobre todo, contra la dignidad de la
mujer.
Detrás de cada caso de violencia de género hay una biografía
-la del dolor de una mujer- y una historia: la del fracaso
de un modelo de sociedad. Por eso la violencia de género no
entiende de raza, edad, posición social, culturas, religión
o nacionalidad. Es un problema universal.
Las cifras están ahí y siguen pesando sobre la conciencia de
cada uno de nosotros, sobre
nuestra tranquilidad moral. Nadie puede quedarse de brazos
cruzados. Quien lo haga debe saber que no sólo tiene un
corazón de piedra sino que, además, está siendo un cobarde
porque mira hacia otro lado cuando sabe que está sufriendo
ante él una mujer por el hecho de ser una mujer.
Mirar a la cara de la violencia de género supone no bajar
los ojos ante la mirada de las víctimas. Y eso hay que
hacerlo: ¡ya!. Mientras haya víctimas habrá violencia y eso
significará que estamos fracasando en luchar contra ella.
Por eso hay que ir mucho más allá de lo que se ha hecho
hasta ahora, y nosotros hemos hecho cosas. Pero no estamos
satisfechos. Nunca el Partido Popular se ha negado a apoyar
a los socialistas en la búsqueda de soluciones a esta lacra.
Votamos a favor de la Ley de Violencia del gobierno
socialista, y lo volveríamos a hacer aunque nos parece
insuficiente.
Por eso tenemos legitimidad para decir que se necesitan:
- Más medios materiales y personales,
- Más recursos sociales,
- Más juzgados de Violencia,
- Más efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad
- Más coordinación con las comunidades autónomas,
- Más medios si queremos que esta Ley sea eficaz y no quede
en papel mojado.
Ante este escenario los populares decimos:
1.- Que las diferencias entre hombres y mujeres no pueden
generar violencia. Forman
parte de la riqueza del ser humano. El que pega y maltrata
abusa de su poder, del poder que da ser el que decide cuándo
y cómo infringir dolor a su víctima.
2.- Que la erradicación de la violencia no es sólo
responsabilidad de los dirigentes políticos, de las leyes y
de los juzgados. Todas las personas tenemos la obligación de
acabar con las conductas violentas dentro de nuestras
familias y de nuestro entorno.
3.- Exigimos que el Gobierno sea implacable en la lucha
contra la violencia de género e
impulse las medidas necesarias. La resignación del Gobierno
y su rechazo a nuevas medidas es el peor mensaje que se
puede lanzar a las víctimas y a la sociedad. Por eso es
imprescindible que trabaje con las comunidades autónomas y
ayuntamientos que son las administraciones más cercanas y
los primeros en atender a las mujeres que sufren violencia.
4.- Exigimos a la sociedad para que adopte una actitud de
tolerancia cero con la violencia de género. No hay excusa,
ni motivo, ni justificación para un acto violento. Las
bofetadas no tienen nunca un por qué: son un acto de
cobardía e indignidad que tan sólo merecen el desprecio de
la sociedad mediante su castigo.
5.- Manifestamos que cada víctima no sólo es una pérdida
irreparable: es una vergüenza
imperdonable que recae sobre la conciencia del conjunto de
la sociedad y de los poderes públicos.
6.- La familia ha de ser la primera trinchera de nuestra
sociedad en la erradicación de esta lacra. Es la piel
cotidiana sobre la que debe impregnarse el día a día de una
educación sensible, infatigable y decidida en pro de la
igualdad entre el hombre y la mujer.
Por todo ello desde NNGG no queremos ni un niño más viendo a
su madre humillada, ni una lágrima más, ni una mujer
maltratada más, ni una muerte más, ni una más.
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