Llevo una temporada en la que
estoy que me salgo, de tantos y tantos aciertos que tengo
que apuntar en mí libreta de ese asunto. Es más, aunque lo
que estoy diciendo esté feo que se diga, el tarro de las
lágrimas de las emociones fuertes lo tengo a rebosar, y me
veo en la necesidad imperiosa de tener que comprarme otro
que tenga, por lo menos, seis mil litros de capacidad.
Dicho esto, voy a pasar a explicar la cosa. Resulta que un
artículo escrito por ese maestro del periodismo y miembro de
la Real Academia Española, Luis María Anson, del que, por
supuesto estoy a años luz ha escrito lo siguiente:”Los
partidos políticos no podrán recibir ni directa ni
indirectamente subvenciones públicas. Se financiaran
exclusivamente con las cuotas de sus afiliados, y además,
como se ha hecho con la Iglesia Católica, del 0,7% que cada
ciudadano de forma voluntaria especifique en el casillero
correspondiente de su declaración de la renta.
Los sindicatos no podrán recibir ni directa ni
indirectamente subvenciones de ninguna de las tres
administraciones, central, autonómica y municipal. Se
financiarán exclusivamente a través de las cuotas de sus
afiliados que el ciudadano especifique de forma voluntaria
en el casillero correspondiente de la declaración de la
renta.
Los empleados públicos que fallezcan o se jubilen de la
Administraciones central, autonómica y municipal sólo será
sustituido uno hasta que el número se reduzca a 700.000.
El número de empresas públicas, endeudadas, por cierto,
hasta las pestañas, quedará reducido en las Administraciones
central, autonómica y municipal a un total de cien frente a
las cerca de 4.000 en las que hoy se despilfarra el dinero
de todos.
El número de asesores de los presidentes, alcaldes y altos
cargos de dividirá al menos por veinte. El presidente del
Gobierno podrá disponer de doce asesores, en lugar de varios
centenares que tiene enchufados.
Estas serian las normas a seguir, según el maestro del
periodismo si se quiere abordar de verdad el saneamiento de
la vida española y de nuestra economía.
No, por favor, no digan nada, guarden silencio para no
molestar a las grandes “lumbreras” de este hermoso país. Ya
se, con toda certeza, que todo esto y algo más, hace tiempo
que lo habían leído en esta misma página donde, cada día,
escribo este artículo de opinión.
Y ahora, en los momentos actuales, viene el maestro, Luis
María Anson, del que vuelvo a repetir estoy a años luz, ya
que soy un mal aprendiz, y dice lo mismo que he venido
diciendo desde que empezó la crisis y la fórmula que había
para poder acabar con ella.
Tengo que reconocerlo, porque es justo reconocerlo, que me
ha emocionado en grado sumo que este gran maestro del
periodismo mundial, venga a decir, en este artículo que
llevamos diciendo desde hace tiempo, sobre este asunto que
nos afecta a todos los españoles.
Es más, a nadie debería quedarle una paga cuando deje de ser
ministro. A trabajar en lo público como cada hijo de vecino,
pues hay algunos que su hubiese que pagarles por su
productividad en su trabajo, deberían hasta devolver lo que
han cobrado.
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