Francisco Fraiz era un
conquistador de votos. Los ganaba para su causa con suma
facilidad. Así consiguió ser alcalde en dos ocasiones. La
primera, siendo candidato por el PSOE; la segunda,
perteneciendo a Progreso y Futuro de Ceuta. En ninguna de
las dos ocasiones pudo finalizar su mandato. Destacó además
por ser el alcalde que recibió el primer voto de censura.
Fraiz Armada sabía ganarse a la gente. Y a fe que lo lograba
con suma facilidad cuando de por medio estaba en juego algo
que fuera de interés para él. Eso sí, una vez satisfechos
sus deseos, se producía en él un cambio radical.
Y es que su carácter variable, atrabiliario y tonante solo
se afirmaba en la posesión del poder. Era sentarse en el
sillón de la alcaldía y convertirse en un tipo tan iracundo
cual poco de fiar. Nada que ver, por supuesto, con el tipo
que sabía desplegar todos sus encantos, cuando le tocaba
hacerse el artículo en la calle.
Con Fraiz Armada llegó el escándalo al Ayuntamiento. Y a las
sesiones plenarias acudía un público convencido de que tenía
la diversión asegurada. Espectadores que sabían sobradamente
que iban a ser testigos de insultos y denuncias graves entre
concejales del propio partido y que, en nada y menos, se
haría necesaria la intervención de la Policía local para
evitar males mayores.
Durante esas sesiones plenarias, los concejales ofrecían el
mejor espectáculo jamás visto ni en el más celebrado
vodevil. Ni siquiera faltaban el señor o la señora que,
desbordados por la histeria, sufrían el soponcio producido
por ser incapaces de domeñar la agitación nerviosa que les
impulsaba a la violencia.
De aquellos lodos, causantes de tantas vergüenzas ajenas,
surgió el Partido Socialista del Pueblo de Ceuta. El cual se
mantuvo en candelero mientras que Aurelio Puya tuvo
capacidad de liderazgo. Que fue poco tiempo. El que le valió
para conseguir tres escaños figurando como cabeza de cartel
del PSPC.
A partir de ahí, es decir, en cuanto Juan Luis Aróstegui
actuó de primer espada, el PSPC comenzó a resentirse. De
tres concejales pasaron a tener dos y así hasta quedarse sin
ninguno. Si bien la culpa de tan lamentable derrota, según
sigue diciendo Aróstegui, la tuvo el GIL. Un fenómeno de
partido que a él le perjudicó ostensiblemente.
Me decía de él, quiero decir de Aróstegui, un empresario
local, que el mayor error de su vida fue confiar en el
dirigente del PSPC. Una confianza que le hizo gastarse mucho
dinero en todas las campañas electorales de este partido,
tanto municipales como generales, a sabiendas de que
arriesgaba su dinero a favor de un perdedor nato. Con el
trabajo que a él le costaba conseguir la pasta mediante la
recaudación de impuestos fuera de concurso.
Han pasado los años, y por mucha fama de perdedor que haya
atesorado Aróstegui, hay personas en el PSPC que siguen sin
entender las razones que éste ha tenido para coligarse con
el partido de la UCDE. Personas que han decidido ya votar a
Juan Vivas. Lo cual tampoco es nuevo. Pues a mí me
consta que es lo que han venido haciendo siempre.
Por tal motivo, al político más inteligente de Ceuta, tal y
como él me declaró un día, no le quedó otra opción que
cambiar cromos con Mohamed Alí. Yo te presento en
sociedad. Y tú me dejas dirigir Caballas. Vodevil a la
vista.
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