He sentido gran emoción y
satisfacción al conocer la noticia de que la UNESCO, había
conseguido nominar a España Patrimonio de la Humanidad, en
Flamenco, los Castellet, la Canción Mallorquina y la Dieta
Mediterránea.
Lo que me más me ha emocionado y llenado de satisfacción, al
destacar alguna de la que han sido denominadas Patrimonio de
la Humanidad, ha sido el Flamenco por la parte que me
corresponde. Si el Flamenco ha sido declarado Patrimonio de
la Humanidad, yo que he presentado cientos de festivales
flamencos, actuando con las mejores figuras del cante, toque
y baile, por formar parte de ese mundo mágico que es el
flamenco, he sido declarado, personalmente y en persona,
Patrimonio de la Humanidad. ¡Toma del frasco, Carrasco!
A pesar de ser nombrado Patrimonio de la Humanidad, sigo
siendo el mismo, no voy a cambiar mi forma de ser y sentir,
la única duda que tengo es cómo me tendrán que llamar ahora,
si de don, excelentísimo o ilustrísimo. O sea que no he
tenido que ser un miembro de la Asamblea, para proponer en
un Pleno que a todos los miembros nos llamen señorías.
¡Donde hay clase, hay clase!.
Pues bien con este nombramiento, merecidísimo por cierto, me
veo en la obligación de seguir aportando ideas para
solucionar el problema de la crisis que nos agobia. Aunque
esta nueva idea que voy a proponer, como todas las restantes
incluso la de Economía, donde coincidía conmigo el Premio
Nobel del asunto, nadie le hará ni puñetero caso.
Pero a pesar de todo, a pesar de que no me hagan caso
alguno, voy a seguir proponiendo mis ideas que, hasta el
momento, nadie a logrado proponer alguna mejor. A las
pruebas nos remitimos.
Esta idea que voy a dar, en estos momentos, la escribí hace
par de años, en este su periódico “EL PUEBLO DE CETUA” donde
se me permite prestar mí colaboración..
La idea, tratando de ahorrar cientos de miles de euros de
forma fácil y sencilla, consistía en que los médicos de la
Seguridad Social recetasen lo que le enfermo, en realidad
necesitase. O sea, con claridad meridiana, si un señor sólo
necesitaba tres inyecciones y cuatro pastillas, pues sólo se
recetaba esas cantidades y no cajas enteras que no tenían
más utilidad que un gasto innecesario.
Con este método se conseguían dos cosas. Primero el ahorro
de cientos de miles de millones a la Seguridad Social y
evitar que cada español tuviese en su casa un cajón de
medicamentos que no le valían para nada.
La idea, como todas las que he venido dando, desde que nos
llegó la crisis, ha ido a para a l cajón de la basura. Hasta
que he pasado a formar parte de Patrimonio de la Humanidad
gracias al Flamenco. Me explico
La señora ministra de Sanidad, a partir del próximo uno de
enero va a poner en marcha, mí idea sobre la forma de
recetar los medicamentos, para conseguir un ahorro
importante en los gastos de la Seguridad Social.
De haberme hecho caso, hace más de dos años, ya llevaríamos
ahorrado unos cientos de millones de euros, habiendo paliado
la crisis. Nada pues no me nombran ni tan siquiera asesor.
¡’Dita sean las cazuelas de papas!.
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