Desde ayer y hasta el viernes, el periodista David Sendra
será el responsable de sensibilizar, informar y concienciar
a los ceutíes sobre la problemática de la explotación sexual
de mujeres y niñas, en el que “todos” pueden ayudar a luchar
contra estas actitudes delictivas para las que el experto
propone un “convenio global entre países” para atajarlo y
erradicarlo. Aunque Ceuta no se considera emisora o
receptora, el profesional sí contempla que la ciudad
autónoma, como frontera europea, es “un punto de paso de
inmigrantes con gran potencial de explotación sexual” a lo
que suma que España se encuentra entre los países con mayor
número de agresores en el ámbito de la “explotación sexual
comercial”.
Pregunta.- Su dilatada trayectoria en los conflictos bélicos
y otras coberturas informativas lo han avalado como
observador de la ONU desde la perspectiva de género, ¿cuál
es el nexo común entre ambos campos de observación?
Respuesta.- El ámbito de los conflictos fue un precursor ya
que mi especialización es la temática social, que los medios
suelen olvidar. Y dentro de ese olvido, para mí es una
prioridad la situación de las mujeres y la infancia. El nexo
claro es que en los conflictos bélicos y las crisis
humanitarias el segmento de población que más sufre siempre
son las mujeres y las niñas.
P.- Los conceptos explotación sexual, abuso sexual y
trata van unidos de la mano aunque sus definiciones hacen
referencia a varias diferencias....
R.- La explotación sexual englobaría diferentes aspectos:
prostitución infantil, pornografía, trata de mujeres,
violencia sexual, aunque lo incluye un poco todo. La trata,
que también debe separarse del tráfico, se refiere al
secuestro o engaño de mujeres, niñas y niños, para la
explotación sexual. En el caso del tráfico, ya se refiere a
la explotación laboral.
P.- De todos aquellos países en los que ha estado, ¿dónde
ha observado un mayor número de casos de esta lacra social?
R.- La trata de mujeres se da en todo el mundo pero hay una
serie de países que son emisores y otros receptores. Es
complicado pero los receptores siempre suelen ser Europa,
Estados Unidos, países ricos, y lo pobres suelen ser los de
origen. Además, entre estos últimos se autonutren con rutas
de trata, por ejemplo, de zonas rurales a las capitales.
P.- Esta ciudad precisamente es frontera en la Unión
Europea, ¿podría considerarse paso entre estos países
emisores y receptores?
R.- No es que tenga una problemática específica muy agravada
pero es punto de entrada a Europa y punto de salida de
África, por lo que se convierte en punto de paso de cierto
tipo de inmigración y una parte de esta, son potenciales
víctimas de explotación sexual.
P.- Durante estos días hablará sobre la explotación
sexual en el curso organizado por el Centro Asesor de la
Mujer pero imagino que faltarán horas para profundizar, ¿con
qué idea le gustaría que los asistentes se quedaran?
R.- Mi objetivo es sensibilizar porque, normalmente, la
gente suele tener una opinión sobre la trata donde se
revictimiza y se comenta, por ejemplo, el que se lo habrá
buscado o que son prostitutas porque quieren. Lo cierto es
que hay un problema muy grave y real que existe, y España es
uno de los principales países receptores y principales en
cuanto a origen de agresores, por ejemplo, en temas de
explotación sexual comercial.
P.- Explotación sexual comercial, ¿podría profundizar en
este problema sobre el que destaca España?
R.- Es el mal llamado turismo sexual infantil, en el que una
gran parte de los agresores son españoles que van al sudeste
asiático o América Latina. Por ello, la idea es
sensibilizar, informar y concienciar.
P.- Haciendo un recorrido a través de la historia, ¿qué
papel han desempeñado las relaciones internacionales en esta
materia?
R.- El problema es que hay un factor judicial clave que es
la extraterritorialidad. Hay algunos países que,
tímidamente, lo empiezan a resolver; en Estados Unidos sí se
han empezado a elaborar legislaciones para perseguir
agencias de viaje que proporcionan el turismo sexual. La
idea para atajar o erradicar este problema sería un convenio
global, tanto en el ámbito turístico como el judicial y
policial, para perseguir estos delitos, con independencia de
que ocurran en el otro lado del mundo. Pero hay estados que
intentan proteger a sus ciudadanos a pesar de que hayan
delinquido.
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