Aróstegui, en las antípoda de un Papa de Roma, no cesa de
repartir bulas “pontificias” en sus artículos de opinión, en
sus declaraciones, en sus ruedas de prensa y en sus
comunicados, condenado al fuego eterno a los políticos y
ciudadanos que no cumplan con la tabla de los diez
mandamientos que debió recoger, a buen seguro, el día que
abandonó el marxismo para convertirse en localista de todo y
lomo.
Si el presidente Vivas, en un acto interno del partido, le
calificó como una persona que llevaba treinta años medrando
en la política ceutí, lo cierto es que no le faltaba razón.
Tenía más razón que un santo, porque el secretario general
de Comisiones Obreras, líder espiritual del Partido
Socialista del Pueblo de Ceuta y colíder de ese engaño
llamado “Caballas” lleva doce años fuera de la Asamblea
porque así lo han querido los ciudadanos.
Para justificar esta ausencia obligada, porque en democracia
mandan los votos, aunque Aróstegui no crea en las mayorías
cualificadas, sino en las minorías intelectuales, decidió un
buen día convertirse en el “martillo de herejes” de los
distintos gobiernos de Juan Vivas.
Y es que los ceutíes no se han dado cuenta que el presidente
Vivas es el CULPABLE de que Aróstegui no esté en la
Asamblea. Si el presidente ceutí y presidente del Partido
Popular no fuera el político que ha hecho historia en la
vida pública de nuestra ciudad rompiendo en 2003 y 2007, por
primera vez en la historia democrática, la barrera de la
mayoría absoluta obteniendo diecinueve escaños y se limitara
a ganar unas elecciones con once o doce escaños, como
sucedía antes, el secretario general de Comisiones habría
metido la cabeza aunque fuera con un escaño. Por lo tanto,
la culpa la tiene Vivas, por ser un político honrado,
cercano al pueblo y que gestiona la Ciudad como lo desean
los ceutíes. La prueba está en que durante dos años
consecutivos es el alcalde más valorado de todo el país,
según una encuesta hecha pública en estos días.
Porque las diferencias entre Vivas y Aróstegui son claras. A
Juan Vivas le respaldan más de veinte mil ciudadanos,
mientras que Aróstegui no supera los dos mil ni por asomo. A
Vivas le quieren los ceutíes, a Aróstegui le ven distante. A
Vivas le respalda una gestión que ha situado a nuestra
ciudad en cabeza en la prestación de determinados servicios
municipales. A Aróstegui le pesa como una losa una gestión
de dos años y medio, como consejero de Hacienda, que estuvo
a punto de costarle la ruina al Ayuntamiento ceutí.
Aróstegui se ha encargado de difamar al presidente Vivas y a
un buen número de sus más cercanos colaboradores. Lleva así
muchos años. Sin embargo, nunca ha logrado demostrar nada de
nada, porque no hay nada, sino humo. No hay ni una sola
condena, el poder judicial es el único que está capacitado
para discernir si se han cometido o no delitos, contra
ningún integrante del Consejo de Gobierno de la Ciudad
Autónoma de Ceuta.
El Partido Popular cuenta con un respaldo de diecinueve
escaños en la Asamblea. El Partido Popular cuenta con el
respaldo de tres parlamentarios nacionales. El Partido
Popular cuenta con el voto de más del sesenta por ciento del
electorado ceutí. ¿Por qué se preguntan muchos que se sale
al paso de las afirmaciones de Aróstegui? Existen muchas
razones, pero la primordial es que no se puede jugar con la
honorabilidad de las personas que se dedican al noble arte
de la política, al noble arte de mejorar la calidad de vida
de sus conciudadanos. La dignidad es el mayor patrimonio de
las personas y pisotearlo sin pruebas y con insultos merece,
como mínimo, una respuesta.
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