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OPINIÓN - SÁBADO, 20 DE NOVIEMBRE DE 2010

 
OPINIÓN

La dignidad de los políticos

Por Partido Popular


Aróstegui, en las antípoda de un Papa de Roma, no cesa de repartir bulas “pontificias” en sus artículos de opinión, en sus declaraciones, en sus ruedas de prensa y en sus comunicados, condenado al fuego eterno a los políticos y ciudadanos que no cumplan con la tabla de los diez mandamientos que debió recoger, a buen seguro, el día que abandonó el marxismo para convertirse en localista de todo y lomo.

Si el presidente Vivas, en un acto interno del partido, le calificó como una persona que llevaba treinta años medrando en la política ceutí, lo cierto es que no le faltaba razón. Tenía más razón que un santo, porque el secretario general de Comisiones Obreras, líder espiritual del Partido Socialista del Pueblo de Ceuta y colíder de ese engaño llamado “Caballas” lleva doce años fuera de la Asamblea porque así lo han querido los ciudadanos.

Para justificar esta ausencia obligada, porque en democracia mandan los votos, aunque Aróstegui no crea en las mayorías cualificadas, sino en las minorías intelectuales, decidió un buen día convertirse en el “martillo de herejes” de los distintos gobiernos de Juan Vivas.

Y es que los ceutíes no se han dado cuenta que el presidente Vivas es el CULPABLE de que Aróstegui no esté en la Asamblea. Si el presidente ceutí y presidente del Partido Popular no fuera el político que ha hecho historia en la vida pública de nuestra ciudad rompiendo en 2003 y 2007, por primera vez en la historia democrática, la barrera de la mayoría absoluta obteniendo diecinueve escaños y se limitara a ganar unas elecciones con once o doce escaños, como sucedía antes, el secretario general de Comisiones habría metido la cabeza aunque fuera con un escaño. Por lo tanto, la culpa la tiene Vivas, por ser un político honrado, cercano al pueblo y que gestiona la Ciudad como lo desean los ceutíes. La prueba está en que durante dos años consecutivos es el alcalde más valorado de todo el país, según una encuesta hecha pública en estos días.

Porque las diferencias entre Vivas y Aróstegui son claras. A Juan Vivas le respaldan más de veinte mil ciudadanos, mientras que Aróstegui no supera los dos mil ni por asomo. A Vivas le quieren los ceutíes, a Aróstegui le ven distante. A Vivas le respalda una gestión que ha situado a nuestra ciudad en cabeza en la prestación de determinados servicios municipales. A Aróstegui le pesa como una losa una gestión de dos años y medio, como consejero de Hacienda, que estuvo a punto de costarle la ruina al Ayuntamiento ceutí.

Aróstegui se ha encargado de difamar al presidente Vivas y a un buen número de sus más cercanos colaboradores. Lleva así muchos años. Sin embargo, nunca ha logrado demostrar nada de nada, porque no hay nada, sino humo. No hay ni una sola condena, el poder judicial es el único que está capacitado para discernir si se han cometido o no delitos, contra ningún integrante del Consejo de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Ceuta.

El Partido Popular cuenta con un respaldo de diecinueve escaños en la Asamblea. El Partido Popular cuenta con el respaldo de tres parlamentarios nacionales. El Partido Popular cuenta con el voto de más del sesenta por ciento del electorado ceutí. ¿Por qué se preguntan muchos que se sale al paso de las afirmaciones de Aróstegui? Existen muchas razones, pero la primordial es que no se puede jugar con la honorabilidad de las personas que se dedican al noble arte de la política, al noble arte de mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos. La dignidad es el mayor patrimonio de las personas y pisotearlo sin pruebas y con insultos merece, como mínimo, una respuesta.
 

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