No sé si es políticamente
correcto, o si entrar en este capítulo puede llevar
aparejado el descrédito o la descalificación.
Ahora mismo, mientras me pongo a escribir, me estoy
acordando de mi amigo, un serrano de Hoyos del Espino, en
las inmediaciones de Gredos, Alfredo González Tejado, que
es, al menos a mí me lo parece, el belenista más auténtico
que he conocido y que ya está metido, un año más, en la
organización de su Belén en el propio pueblo, entre la
admiración de unos, quienes saben lo que eso representa para
nuestra cultura y la indiferencia de otros que no son
capaces de hacer nada y menos de interpretar o de sentir lo
que son los actos de la propia Navidad.
Aunque haya nieve, que en esos días la habrá en abundancia,
una de mis visitas, no podía ser de otra forma, es al Belén
de mi amigo, y luego, después, que nieve lo que quiera, si
ello es bueno, también, para mejor recordar esas fechas.
Aquí, en Ceuta, no nevará, pero también habrá un Belén y me
da la impresión de que será muy interesante, como merece la
ocasión, en nuestra cultura, ultrajada, en muchos casos, con
la retirada de los crucifijos, en ciertas aulas, en una gran
parte de la geografía española y muy especialmente
menoscabada con el desprecio y la burla que ciertos
“expertos en la infamia” en una de esas televisiones
concedidas a dedo, “ por ser vos quien sois”, han hecho con
motivo de la visita del Cardenal Reizieger, hoy Benedicto
XVI, a España, hace muy pocos días.
El Belén de Ceuta lo montará, este año, el Consejo de
Hermandades, por lo que la mesa permanente de la entidad
cofrade ya se ha puesto en contacto con un belenista para
que comience a trabajar sobre lo que será el nacimiento que
se va a confeccionar.
Ceuta, hoy más que nunca, española por los cuatro costados,
sabe estar en su sitio, sabe respetar y convivir con las
culturas que viven en ella y, por eso mismo, hoy como nunca,
ni siente vergüenza, ni debe sentirla por tener, en las
próximas fiestas un Belén, a tono con lo que han sido, son y
no dejarán de ser nuestras creencias desde hace muchos
siglos.
Dicho de otro modo, sabe vivir los tiempos que corren, pero
no desechando como antigualla el credo de sus antepasados.
Eso debe quedar muy claro.
Y no ha empezado ayer, ni mucho menos, más bien ha ido
barajando una serie de posibilidades, diferentes unas de las
otras, para la confección, este año, del tradicional Belén
de nuestra ciudad.
Analizando lo mucho que hay, tras darse una serie de
reuniones, la Ciudad tomó la decisión, ésta y no otra, de
que sea la mesa permanente del Consejo de Hermandades y
Cofradías de Ceuta, la que se encargue y se ocupe de volver
a poner en escena, en estas fiestas navideñas el “nacimiento
de Cristo Dios”.
Festejos, que no sólo debe preocuparse de las Ferias o los
Carnavales, ha tenido el buen criterio de reconocer que las
Cofradías, por encima de todos, son las que más defienden
las tradiciones de la Navidad, punto de arranque para que,
en su día, puedan darse todos los actos de la Semana Santa.
Así, en el momento más delicado, en las creencias, al menos
en algunas de ellas, religiosas, ha decidido que lo más
conveniente era ofrecer el montaje de su Belén a los
cofrades.
Una sensata decisión de la que, también, saldrá ganando
Ceuta.
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