Tras una noche algo tranquila, en
cuanto a condiciones climatológicas, pasada en compañía de
muchos ceutíes y otros muchos no ceutíes en la cena de gala
del XXXI Día de Ceuta en Catalunya, una congoja me corroe
por dentro.
¿Por qué?, porque los ceutíes que salimos una vez de nuestra
ciudad, para asentarnos en estas tierras que preside un
cordobés ausente del acto, somos cada vez más mayores. Con
más achaques. Con menos ganas de mover el esqueleto y, con
muchísimos menos fumadores.
Las generaciones siguientes de estos ceutíes, y la mía
propia, ya no pueden ser como tales. Son catalanes por haber
nacido, desarrollado y madurado aquí.
Ignoro si una nueva hornada de emigrantes caballas cogen el
portante, hoy día, y se vienen aquí, a Catalunya. No lo creo
porque las condiciones económicas y de pervivencia ya no son
las mismas de aquellos años de la década de los 60.
¿Qué quieren que les diga?, pero me llevé una sorpresa al
encontrarme en la cena con Juan Antonio Barón Espinar, un
melillense que es el actual alcalde de la ciudad de mi
residencia de ahora, Mataró.
Aquí, en Mataró, se llama Joan Antoni Baron i Espinar.
Llevo un par de años conectando con él. Casi siempre en su
condición de alcalde y hemos coincidido muchas veces en
actos oficiales desarrollados por su ayuntamiento.
La sorpresa era porque en una ocasión, con motivo del 160
aniversario de Miquel Biada el promotor del primer tren en
España que recorría el camino de Mataró a Barcelona y
viceversa, estuve hablando con Baron y le pregunté si alguna
vez asistiría a los actos que desarrolla la Casa de Ceuta en
Barcelona. La respuesta fue que no. Que tenía muchos
compromisos…
Bueno, me llevo bien con Baron, tanto como con Vivas.
Con Jordi Hereu i Boher, el alcalde de Barcelona me llevo
igualmente de bien, aparte de que es mi jefe natural aunque
delegue en otra persona, y en la cena aproveché la ocasión
de que estaba tan campechano para soltarle “… si no tuviera
el hándicap que tengo, sería yo el que ocupara su sitio.”,
riéndose bastante me respondió que por qué no lo hacía con
el alcalde de Mataró. No tuve más remedio que responderle
que Mataró era pequeña comparada con Barcelona y tendría,
por lo tanto, poco dinero para hacerme rico.
Baron me interrogó, amoscado, sobre lo que había hablado con
Hereu. Se lo aclaré y me despide con ”Ya nos veremos en
Mataró”
Bueno, una simple anécdota de las muchas que ocurrieron
durante la cena.
Saludé a la gente de Ceuta, los que viven aún en la Perla,
felicitando a José Ramos Aparicio y José Luis Gómez Jiménez,
por la denominación de su Federación como Caballa del Año;
cené junto a Nieves Contreras Segura y su familia; abracé a
Paco Narváez i Pazos y un montón de altos cargos municipales
hasta quedar exhausto.
Kissy Chandiramani tuvo la gentileza de dedicarme unos
minutos, cosa que le estoy muy agradecido, y hablamos de
unos conocidos míos de Ceuta para los que le he pedido les
de recuerdos. Así me lo ha prometido.
En fin, una noche casi mágica que empezó con serios
problemas acústicos. El bueno de Miguel Corral, hermano del
presidente de la Casa, no conseguía conectar el portátil con
los altavoces, por culpa de la no existencia de un
adaptador, para que sonara el himno de Ceuta. Tuvimos que
esperar al técnico de sonido de Novotel para que nos sacara
del entuerto.
De la cena propiamente dicha lo mejor es no hablar. División
de opiniones como en los toros. Platos que parecían salidos
de cuadros de Picasso con pinceladas dalinianas. No digo
más.
En fin, a esperar al año que viene… a ver si me luzco un
poco más.
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