Empezaré diciendo que nunca me ha
ido bien cuando he escrito algo relacionado con Francisco
Javier Sánchez Paris. A pesar de que recuerdo haberle
quitado hierro varias veces a las furibundas críticas
recibidas por éste cada dos por tres por parte de un medio
añejo. Porque me parecían tan exageradas como injustas.
En realidad, entre Sánchez Paris y yo nunca ha habido un
adarme de simpatía. Fue vernos el primer día y percatarnos
de que no estábamos destinados a entendernos. Nos caímos mal
desde el principio. Y jamás tuvimos el menor deseo de darnos
la oportunidad de conllevarnos. De soportarnos, al menos,
para que ustedes lo entiendan mejor.
Sin embargo, qué bien viene aquí el adverbio, mis fobias no
me han hecho nunca transgredir la norma establecida por mí:
las posibles tirrias personales no deben afectarme a la hora
de escribir sobre nadie. Por lo tanto, de semejante postura,
mantenida en mi caso contra viento y marea, se ha venido
beneficiando el Jefe de Gabinete del presidente de la
Ciudad.
Por tal norma y porque reconozco, además, que ser Jefe de
Gabinete de Juan Vivas, presidente revestido del
extraordinario poder que le otorgan las urnas, por su
facultad innata de atraer o seducir a las gentes, no es
tarea fácil. Y, mucho menos, cuando ha habido momentos en
los que Sánchez Paris ha sido visto por sus enemigos más
como valido que como asesor. Y ya sabemos el odio que
despertaban estos personajes, en la primera mitad del siglo
XVII, por cómo operaban en las áreas del poder.
Así, cuando parecía que Sánchez Paris estaba disfrutando de
cierto sosiego, salió a relucir el conocido ya cual el ´Caso
Ebania’ y sus enemigos, que no son pocos, y tienen tripas
por estrenar, pasaron de la calma chicha a la convulsión. Y
no tuvieron el menor reparo en ir a por él. En tirarle a
degüello. Y, claro es, el Jefe de Gabinete se encontró otra
vez en la misma situación que le tocó vivir en épocas
pasadas.
Una situación en la cual había una persona, la única, en la
que podía confiar. Y a ella acudió presta Sánchez Paris. Eso
sí, siguió manteniendo el mismo aire altanero frente a quien
continúa sin transgredir la norma reseñada en el párrafo
tercero.
Pues bien, a pesar de que Francisco Javier Sánchez Paris
-que será Jefe de Gabinete por haber dado muestras de
inteligencia para asesorar nada más y nada menos que a
Vivas- esté mal de ojo clínico, yo no tengo el menor empacho
en decir que ha hecho la mar de bien denunciando a Juan
Luis Aróstegui por sus declaraciones sobre la compra de
muebles para el conservatorio a la empresa Ebania.
Y ha hecho muy bien FJSP por diferentes razones y que no son
todas las que voy a enunciar. ¿Qué dirá Aróstegui en el acto
de conciliación que ha sido fijado por el juez para el día
13 de diciembre? ¿Cantará la gallina o seguirá manteniendo,
con su tan cacareada seguridad, lo declarado contra el Jefe
de Gabinete? ¿Será capaz de presentarse ante el secretario
del juzgado o depondrá su actitud e irá deprisa y corriendo
a pactar con Sánchez Paris, con el fin de no verse obligado
a presentarse a una cita judicial que le puede hacer quedar
peor que Cagancho en Almagro, o dar motivos para promover un
juicio contra él?
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