A comienzos del otoño, los puestos de castañas asadas
empiezan a proliferar en todas las ciudades españolas. Se ha
convertido ya en una tradición indispensable y para darle
aún más protagonismo, el Colegio Público Mare Nostrum,
organizó ayer una nueva Castañada, para que los alumnos
disfrutaran de una entretenida mañana marcada por un olor y
un sabor inconfundibles.
Como viene siendo ya habitual, el Colegio Público Mare
Nostrum organizó ayer una Castañada que, en cada edición,
cuenta con más adeptos y colaboradores.
La directora del centro educativo, Ana Beltrán, destacó “la
buena acogida que tiene este tipo de iniciativas”. Este es
el tercer año que se organiza, aunque con un poco más de
retraso, “los cursos anteriores hacíamos que coincidiera con
Halloween y, por supuesto, con La Mochila. Sin embargo, nos
dimos cuenta que debía tener más repercusión por lo que
decidimos retrasarla. En todo caso, la castaña es un fruto
que acompaña todos los meses de otoño”, afirma.
El único pequeño “inconveniente” es que los responsables del
colegio esperaba unas temperaturas más típicas con la época
otoñal, “hizo más frío a principio de la semana, lo que
acompañaba más a esta actividad, más típica de un tiempo más
invernal”.
Para esta nueva edición de la “castañada” el colegio ha
adquirido más de 35 kilos de este fruto que se distribuyeron
a lo largo de toda la jornada escolar. Además, también se ha
hecho acopio de cantidades ingentes de carbón y utensilios
indispensables para la elaboración que los padres se han
encargado de traer de sus casas.
Por otro lado, es indiscutible la importancia de potenciar
actividades como ésta, “los padres se implican y eso es
bueno. Lo que más nos interesa es que la Comisión de Padres
y la de Festejos se unan y, de esta forma, beneficiar al
alumnado” , reconoció la directora.
Esta Castañada es, por tanto, el comienzo de otras acciones
igualmente divertidas, “cuando llegue el invierno, nuestra
intención es organizar una chocolatada. También nos interesa
una jornada de desayunos saludables, muy útiles para
concienciar a los niños. Y, por supuesto, a final de curso,
no puede faltar una pinchitada”, concluyó Beltrán.
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