Acabo de encontrar una ruta
abierta por diminutas hormigas en una zona del cuarto de
baño, bastante alejado de la cocina, y eso me llena de
pavor.
¡Mi casa invadida por hormigas!
Busco el origen y llamo a las fuerzas de seguridad
zoológicas para que me ayuden a expulsar a esas diminutas,
inofensivas y colonizadoras invasoras.
No conseguimos expulsarlas por lo que no nos queda más
remedio que, con la colaboración de todos los vecinos,
exterminarlas sistemáticamente.
No queda ni una aunque sí un fuerte olor a amoníaco…
Bueno, esto se puede aplicar a los humanos, a esos otros
humanos que invaden hogares ajenos con aviesas intenciones
de quedarse.
Comienzan con los colonos judíos para seguir por los moros
de Marruecos.
Esto sería un campo que le vendría muy bien a aquel
presidente del país que se enfureció por un perejil.
Si cumpliera con la norma más elemental de la convivencia
humana, abría levantado polvareda con una actuación digna de
medallas al mérito guerrero si se hubiera enfrentado a
Marruecos por lo del Sáhara.
Cobardía por cobardía, no es de recibo que a estas horas
nuestro país pida de rodillas la intermediación de la ONU en
el conflicto.
Tanta cobardía como demuestra el rey alauita al pasarse por
el sobaco, o por salva sea la parte, su promesa que soltó en
1999 sobre que iba a imponer un nuevo concepto de autoridad
para terminar con el abuso de las fuerzas de seguridad y
otros desmanes.
La brutalidad que demostró su padre antaño sigue vigente. La
carga contra un pacífico grupo de sahauris, que reclamaban
mejoras sociales, así lo demuestra.
La radicalización que hace el monarca marroquí del conflicto
es demasiado patente por lo que no es necesario hacer un
detallado relato de todo.
Aquí, como siempre, seguiremos haciendo manifestaciones
mientras el mundo sigue girando.
Tal vez nuestros dirigentes crean que manteniendo el régimen
monárquico alauita se consiga una estabilidad en la zona
porque no quieren que el Sáhara se convierta en un estado
dominado por tribus en las que predomine la delincuencia a
través de terroristas islámicos.
Manteniendo a Marruecos como un perro guardián del flanco
sur de Europa puede ser bueno, aunque pudiera ser que se
muestre demasiado agresivo. Entonces ¿qué haremos?
Pero de ahí a tolerar que vaya destruyendo todo un pueblo
sería demasiado para la conciencia del país. Aunque existen
otras formas de destruirlo sin recurrir a las armas que no
sean las naturales del hombre.
Como ocurre en todos los países invadidos… violaciones en
masa.
Se me ocurre decirle a los marines de los EE.UU. que en el
subsuelo del Sáhara hay tremendas bolsas de oro negro…
veremos si intervienen. Fosfatos no los necesitan. Si se lo
digo a Obama se enfada conmigo.
Cambiemos de tema.
Nuestro rey está invitado por el emir de Kuwait. Está
trabajando por el país. Es curioso.
Está trabajando para los empresarios, seguro, porque si la
visita la hace Rodríguez Zapatero o cualquiera de sus
ministros, pero a Cuba o Venezuela, eso es calificado como
visita a rojos peligrosos y dictadorzuelos de tres al
cuarto… ¿En Kuwait no dominan los sátrapas?
Aunque de paso aproveche la ocasión para salir en la foto
junto al posible campeón del mundo de F1… o es que en
realidad va a eso solamente.
Ojalá me inviten a mí a ir a ese minúsculo país. Me ofrezco
para “trabajar por España”.
Traería una botella de chapapote.
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