Se me ha ocurrido una idea,
brillante por supuesto como todas las mías, para disminuir
el paro en un amplio porcentaje. Después algunos dirán que
no quiero prestar mí colaboración. No es que no quiera
prestarla, demostrado está todo lo contrario, si no que no
me hacen ni puñetero caso.
No hace mucho tiempo cuando se reconoció que estábamos en
crisis, a pesar de que en crisis estábamos desde mucho
tiempo antes de ese reconocimiento queriendo prestar, como
siempre, mí colaboración dí unas soluciones al problema, que
no es por apuntarme tanto alguno, pero fueron temas de
estudios en algunos colegios de economistas, aún cuando
algunos de los que mas saben del asunto, me hablaron de la
macroeconomía o de la microeconomía, por las cuales mí
solución al problema no se podía llevar a cabo.
Pues esos que tanto saben, que para eso han estudiado una
carrera, los que me hablaron de la macroeconomía o de la
microeconomía, no deberían estar muy duchos en el asunto ya
que mí idea, varios días después de ser expuesta, era
refrendada por el premio Nobel de Economía, que venía a dar
las mismas soluciones que yo había aportado. ¿Me beso o lo
dejo para mañana?
Ahora, en mi afán por prestar mí desinteresada colaboración
para paliar en algo el paro, tengo otro idea que seguro,
como la anterior irá al cubo de la basura en cuanto las
supremas inteligencias la lean, en el supuesto que alguien
la lea. Cosas más raras se han visto en la vida. Me explico.
Ante la avalancha de comercio extranjeros que se están
abriendo en nuestro país destacando, por encima de todos,
los comercios chinos, esos llamados “todo a cien”, donde
sólo trabajan los chinos y algún que otro español para
despistar, podríamos tomar las siguientes medidas.
Primero no subvencionar ninguno de esos comerciaos que
vienen a establecerse y que, a los tres o cuatro meses se
cierran, dando paso, a los quince días siguientes a que se
abra otro del mismo estilo, sólo con nombre y propietario
diferente pero de la misma nacionalidad.
Segundo, y esto es lo más importante, dado que en esos
establecimientos y en otros regentados por los mismos, es
privativo la mano de obra de sus compatriotas. Nosotros
deberemos exigirles, para poder darle el permiso de
residencia, a todos los que vienen como empleados de esos
establecimientos, que por cada empleado que tenga de esa
nacionalidad, deberán contratar fijo a dos españoles de
España.
De no ser así, a los empleados llegados de esa nacionalidad,
no se les otorgará el permiso de residencia y, por tanto, no
podrán ejercer labor alguna en nuestro país.
Con esta medida se alcanzarían dos cosas. Primero frenar la
enorme avalancha de inmigrantes que nos están llegando. Y
segundo, de suma importancia, con la cantidad de
establecimientos que existen con mano de obra extranjera, al
tener que dar colocación a dos españoles por cada uno de
ellos, el paro se vería rebajado en varios miles de
personas. ¿O no?
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