Siente que las Fuerzas Armadas se han olvidado de él, le han
“dado la espalda”, y que incluso el propio Ministerio de
Defensa aún no ha respondido por la “negligencia” que le ha
causado no sólo daños físicos irreparables sino, además,
limitaciones a nivel personal y emocional. El militar que
sufrió un accidente en 2002 mientras prestaba servicio en el
Segundo Tercio Duque de Alba de La Legión en Ceuta, ha
relatado los ocho años que lleva esperando a que su
indemnización, de 70.000 euros, sea una realidad; hecho que
dependerá del recurso que resuelva la Sala de lo
Contenciosos de la Audiencia Nacional, que tiene sobre la
mesa el procedimiento que lleva “arrastrado” el brigada, que
ha preferido mantener su anonimato.
Un brigada del Ejército ha presentado, a través del bufete
de Fernando Osuna, una reclamación ante la Sala de lo
Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional
solicitando la indemnización valorada en 70.000 euros por
los daños sufridos en 2002 mientras prestaba servicio en el
Segundo Tercio Duque de Alba.
El accidente se produjo mientras el militar, destinado por
aquella fecha en Ceuta, realizaba tareas asignadas de
revisión de las transmisiones a los vehículos BMR’s y, para
ello, se dirigía andando hacia los talleres del segundo
escalón de transmisiones, encontrándose en el trayecto con
un Sargento que conducía uno de aquellos vehículos, al que
le hizo una señal para que se detuviera. Una vez detenido, y
con la finalidad de conocer si ese vehículo había pasado la
correspondiente revisión, se subió encima de la rueda
delantera izquierda debido a que, con el ruido del motor, no
podía mantener una conversación con el conductor si no era
mediante esa práctica. Después de comprobar que el vehículo
efectivamente debía ser revisado e indicarle al conductor la
necesidad de que acudiera al taller, empleando siempre las
precauciones debidas, notó cómo algo le enganchó de las
piernas y le giró en sentido contrario a las agujas del
reloj. Se trataba de otro BMR que circulaba tan próximo al
que estaba detenido que desplazó al militar entre los dos
vehículos con las piernas aprisionadas entre ellos. Una vez
que ambos BMR’s se separaron, cayó al suelo de costado,
golpeándose en la cabeza.
Pregunta.- Cuando sufrió el accidente, ¿qué puesto
ocupaba?
Respuesta.- Era jefe de un pelotón de la compañía del
Segundo Tercio y estaba encargado de las transmisiones de
los BMR’s, los vehículos blindados de seis ruedas.
P.- Aunque han pasado ocho años desde lo sucedido en
aquel febrero, ¿cómo recuerda el lamentable episodio?
R.- La verdad es que lo recuerdo todos los días porque no
perdí el conocimiento. A veces lo pienso con tristeza por
todo lo que me pasó y lo que me lleva arrastrando durante
tantos años pero también la mayoría de las veces lo recuerdo
con alegría porque supongo que, de cada diez veces,
posiblemente ocho me hubiera matado por lo que tengo esa
sensación agridulce, casi más positiva que negativa.
P.- Varios partes de lesiones del Hospital Militar de
Ceuta así como del médico forense de los juzgados ceutíes
acreditaron las lesiones y daños que, en su día, marcaron su
condición física pero, actualmente, ¿en qué le han
repercutido?
R.- Tengo limitaciones físicas que, desde 2002, no me
permiten hacer deportes de riesgo; sólo puedo andar a paso
suave y no de forma continuada. Incluso en mi vida diaria me
veo limitado ya que tengo un niño pequeño y no puedo hacer
con él todo lo que desearía. Además, a nivel profesional, no
puedo estar en unidades de primera línea, que ocupaba antes
del accidente, y he tenido que bajar el listón accediendo a
puestos que no me supongan gran esfuerzo físico porque no
puedo con ellos. Me duele no poder hacer lo que me hubiera
gustado con la consecuente repercusión en el ámbito de los
ascensos ya que paso las pruebas con notas muy bajas.
Lamentablemente, nadie se acuerda de aquel accidente que
estuvo a punto de matarme y perder una pierda, sólo ven lo
que evalúan en ese momento.
P.- Los daños no se le han reparado, puesto que no ha
recibido los 70.0000 euros de indemnización, y a nivel
psicológico tampoco le han recompensado, ¿verdad?
R.- De ninguna manera. En otras ocasiones hay quienes han
sufrido daños parecidos y tienen medallas de sufrimiento o
una serie de cosas que, en mi caso, la Administración o el
Ministerio de Defensa ha olvidado. Evidentemente, van
pasando los días y esto se va perdiendo, meses de hospital y
silla de ruedas, y las instituciones no se acuerdan de ti
como ocurría el primer di. Eso es una de las cosas más
dolorosas, el ver cómo se van olvidando de uno.
P.- La Sala de lo Contencioso-Administrativo de la
Audiencia Nacional es la que tiene ahora mismo en sus manos
este procedimiento, por cuyos daños nadie ha respondido de
momento, ¿cual fue el origen de esta causa?
R.- Hubo un juicio en el que se determinó que un miembro de
las Fuerzas Armadas había sido el responsable de lo que me
había pasado, por ello fue declarado condenado. Pero a mí no
se me permitió presentarme como acusación particular. Y
acudí como testigo para declarar contra el conductor del BMR
que me atropelló. Aunque no sirvió de mucho puesto que yo me
encontraba de espaldas y noté que me enganchó, luego caí al
suelo. Así que ni le vi ni lo escuché. Lo que se pide es que
el Ministerio de Defensa responda por los daños causados a
uno de sus integrantes, se de cuenta de que hubo una
negligencia, también con vistas a la generaciones futuras.
Quizás lo físico sea lo más evidente pero la desgracia es
que, obviamente, estas lesiones irán a peor cuando cumpla
más años, son daños a largo plazo.
P.- Y después de tanto tiempo envuelto en este
procedimiento, ¿cree y confía en la Justicia?
R.- Pasan los años y cada vez lo ves todo con más frialdad
pero creo que sí, que hay que confiar en la Justicia y
esperar una resolución porque no queda otra. Yo, en mi caso,
creo que debo creer en ella porque no estoy pidiendo ninguna
barbaridad, sin inventarnos nada. Y los efectos sobre mi
persona son muy fáciles de cuantificar porque los daños son
evidentes.
P.- ¿Cuál sería su deseo actualmente?
R.- Que las Administraciones no fueran tan frías y vieran el
daño que se provoca a veces con estos juicios tan largos
recordando el accidente todos los días y deteriorando a las
personas. Yo seguí luchando por mantenerme en mi trabajo y
continuar con mi carrera pero, si nos ponen zancadillas, es
más complicado.
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