Estamos a pocos meses de que
comience la campaña electoral autonómica. Y los candidatos
saldrán, una vez más, lastrados por el peso político de
Juan Vivas. El cual ha ganado dos elecciones como si
fuera la cosa más normal del mundo. Las ha ganado con tanta
sencillez que a mí me parece que ni él mismo se ha dado
cuenta todavía de lo que le viene ocurriendo desde hace ya
casi quince años: que tiene a la gente entregada a su
voluntad.
Una voluntad que se traduce en las urnas; a las que los
ceutíes acudirán en tromba, nuevamente, pensando que como
Vivas no hay ninguno. Así que irán a los colegios
electorales convencidos de que cualquier otro presidente
sería ruinoso para esta tierra. Sobre todo si se ponen a
pensar en ese dúo formado por Mohamed Alí y Juan
Luis Aróstegui.
Un dúo tenido por contraproducente, según opinión
mayoritaria, y que nos permite decir a boca llena que ha
sido una verdadera pena que el jefe de la oposición, MA,
haya perdido el norte; un desequilibrio que le ha hecho
entregar la cuchara política a un tipo que terminará
haciéndose con las riendas del partido ‘Caballas’ y poniendo
a Alí en el paroxismo de la ira. Por darse cuenta tarde de
las malas intenciones de su socio.
Engañado Alí por Aróstegui, a buen seguro que éste, con o
sin acta de diputado, procurará por todos los medios pactar
con el presidente de la Ciudad, cuanto sea necesario, a fin
de darle jaque mate, de una vez por todas, a quien fuera
líder indiscutible de la UDCE. Aunque Vivas, por más que
digan que éste se entiende muy bien con el secretario
general de CCOO, no creo que sea tan lerdo como para
permitirse semejante licencia.
En lo tocante a otro candidato, me extraña sobremanera que
Julián Domínguez, que lo es del Partido de la Unión
Progreso y Democracia de Ceuta, haya cometido el error de
ver como castigo el que la Asociación Deportiva fuera
agraciada en el sorteo de la Copa del Rey con la visita del
Fútbol Club Barcelona. Una suerte ganada a pulso por haber
sido capaz el equipo ceutí de eliminar a tres adversarios.
Gesta deportiva que no ocurría desde hacía nueve o diez
años. Semejante torpeza, en la que muestra un atisbo de
fobia hacia la persona que rige los destinos del club, dice
muy poco a favor de Julián Domínguez. Y aunque en esta Casa
no somos rencorosos, sí tenemos memoria. De manera que bien
haría el candidato de UpyD en ser más precavido a la hora de
ponerse a largar.
A José Antonio Carracao, joven candidato del Partido
Socialista Obrero de Ceuta, y del que nadie puede negarme la
simpatía con la que siempre le he mirado, llevo mucho tiempo
sin mencionarlo en esta columna. Y, cuando me he preguntado
el motivo por el cual podría haberle olvidado, trato por
todos los medios de desecharlo. Lo que sí es cierto, tan
cierto como que no sería bueno obviarlo, es que Carracao ha
estado -y está- muy sometido a la voluntad de ciertas
personas que le cuentan milongas suficientes para alejarlo
de quienes en realidad estamos dispuestos a ayudarlo en la
medida que él merece. Y se le ha terminado viendo el
plumero. (ojo: no se trata del plumero del que habló José
Blanco, ministro de Fomento, días atrás). En absoluto.
Resumiendo: las elecciones las ganará Juan Vivas por mayoría
aplastante. O sea: lo mismo de siempre.
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