El pasado año, por estas fechas,
el problema del agua, aquí en Ceuta, era grande. Llevábamos
muchos meses sin que hubiera llovido y las “mil fugas” que
había en la red, porque había estado muy mal atendida,
habían agotado, prácticamente, las reservas.
Fueron aquellos meses los más conflictivos, en este asunto,
al menos en los 32 años que yo llevo en Ceuta, viviendo
regularmente.
Afortunadamente, aquello sirvió para que los controles en la
red se hicieran para ciento y un días, con lo que, en cuanto
llegaron las lluvias y una vez actualizada la “producción”
de la desaladora, se terminó el problema, un problema que,
como tantos otros aquí, había llegado más por dejación que
por falta de agua en los meses precedentes.
Ahora veo que, según los informes del organismo
correspondiente, los embalses están al 65% o incluso más,
con lo que a corto y medio plazo está garantizado el
suministro, si es que “no volvemos a las andadas” y tiramos
más agua de la que producimos.
Además y en la época que estamos, muy seco tendría que venir
el invierno, cuando no lloviera en los próximos meses, con
lo que el gasto que hay , a diario, cuando menos, se
cubriría y esas reservas que ahora se estiman para siete
meses, quedarían garantizadas, al menos, hasta el año
próximo por estas fechas, naturalmente eso en el caso de que
venga un invierno poco lluvioso, por lo que si viene normal,
en la Ciudad no habrá que volver a recurrir al famoso
“barquito” que ayudó a tener agua muchas horas al día, no
las 24, pero que costó un ojo de la cara.
Efectivamente, el más de un millón y medio de metros cúbicos
embalsados garantizan más de medio año de suministro normal,
pero lo que pocas veces se dice es cuanta agua se produce en
la desaladora, para poderse sumar a esas reservas que
tenemos hoy.
Al hacer comparaciones con el pasado año, en el que se dice
que había entre el Renegado y el Infierno 244.755 metros
cúbicos embalsados, se recalca la buena gestión llevada a
cabo este año.
Eso de buena gestión es un simple eufemismo, para no hablar
de los descuidos anteriores por los que se estaba tirando, a
diario, tanta agua como la que se consumía, por una falta
total de control en la red y por no haberse ido reparando a
diario las fugas que se producían.
Si a las cosas hay que llamarlas por su nombre y ahora
hablamos de la buena administración, habrá que hacer lo
mismo con la etapa anterior y habrá que decir que había un
auténtico descontrol que se puso de manifiesto, tras un
prolongado período sin lluvias.
El Renegado, dicen, ahora mismo tiene una reserva de
1.055.462 metros cúbicos de agua, y casi medio millón el
embalse del Infierno, eso está bien, pero habrá que advertir
que, en pocas ocasiones, vamos a tener un invierno tan
lluvioso como fue el pasado, tras aquella larga sequía, por
lo que habrá que andar con mucha cautela para no volver a
caer en errores pasados, que nos proporcionaron muchas
incomodidades y, especialmente, muchos gastos para estar
abastecidos de agua.
En época de recesión o de crisis, cuando nadie se atreve a
asegurar cual es el vocablo a tono con la época que estamos
viviendo, ya está bien que podamos hablar de abundancia o
suficiencia en algo, y que sea de agua, precisamente, es
como si al mismo tiempo se hubieran obrado cuatro milagros.
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