Aquellos países, ciudades o
pueblos, que no mantienen sus tradiciones, están perdiendo
parte de su identidad. Ceuta, nuestra tierra, sigue
manteniendo su tradicional “mochila” aunque, cada vez, se
vean a menos niños con sus talegas, dirigiéndose hacia San
Antonio con parada obligatoria en el tubo de hierro, al
final de San Amaro, para beber agua y continuar su camino,
recogiendo moras e introduciéndolas en una lata.
Lógicamente la vida cambia y el tiempo pasa, teniendo que
adaptar esas tradiciones a los tiempos actuales, pero sin
olvidar nunca que hay que seguir manteniéndolas.
A mí, cada no puede pensar lo que quiera y hacer lo que
mejor le venga en ganas, personalmente y en persona, la
celebración del “día de los muertos vivientes”, par
aclararnos Halloween, me importa un bledo. Eso es algo muy
tradicional en los pueblos anglosajones, llevándose la palma
en esa celebración los americanos de América.
Allá cada país con sus celebraciones, cosa perfecta porque
mantienen viva sus tradiciones, pero en esta tierra,
Halloween pinta menos que yo en la capilla Sixtina.
Haciendo memoria vieja, recuerdo aquella talega de nuestras
“mochilas”, que nuestra madres preparaban lo mejor que
podían, siempre dentro de su economía. A pesar de que, en
ocasiones, tenían que hacer verdaderos malabarismo para que
no nos faltase algo en la talega el día de la mochila.
En aquella talega, a la que algunas madres incluso les
ponían el nombre de los portadores de la misma, se
introducían castañas, nueces, pan de higo, la consabida
chirimoya que siempre llegaba a casa destrozada manchando
toda la talega y una graná, que esa era intocable hasta la
vuelta de la pequeña excursión, para que nuestras madres la
abriesen, separasen los granos y le echasen azúcar. Oiga,
bocata di cardinali.
Cargar con la talega, recoger a los amigos y ponernos en
marcha hasta San Antonio, cantando aquello:”De ¡ay! mí
mochila, no se la come el gallo ni la gallina, que es para
mi barriga”, era todo un tradición. Nadie se quedaba sin
cantar esa cancioncilla que, era aprovechada para sacar la
primera castaña e iniciar el asunto de empezar a “tajelar”.
Hoy, que duda cabe, con el avance de los tiempos, la cosa ha
ido cambiando y las familias, se desplazan a San Antonio o
la posición A, dependiendo de donde viva cada uno, para
reunirse todos y celebrar junto esta tradición tan nuestra
que no debemos perder, a pesar de que los tiempos cambien.
El Halloween que lo celebren los americanos de Américas, y
demás países anglosajones, porque para eso es una de sus
tradiciones. Nosotros no tenemos que copiar a nada ni a
nadie, solamente celebrar nuestras tradiciones, para
mantener siempre viva nuestra propia identidad.
Los que quieran copiar las tradiciones de la celebración del
Halloween que lo hagan están en su derecho, pero que nunca
olviden que mantener nuestra propia identidad consiste en
celebrar, ese día, la mochila.
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