El grupo ecologista Colectivo Ornitológico Cigüeña Negra,
COCN, se han tenido que volver de Río Martil en Tetuán sin
poder investigar las causas de la muerte de unas 3.000 aves
fallecidas que se encontraron en las marismas de la zona la
semana pasada. Un equipo de biólogos, veterinarios,
ornitólogos y técnicos, no pudieron tomar muestras, aún
teniendo los permisos oportunos, porque las autoridades
marroquíes se lo prohibieron.
Al grupo ecologista Colecivo Ornitológico Cigüeña Negra,
COCN, se les ha impedido acceder a Río Martil, en Tetuán,
donde la semana pasada se registró la muerte de 3.000 aves.
Según explica Francisco Montoya, coordinador del proyecto de
COCN, el grupo de voluntarios que estaba compuesto por doce
personas entre los que había veterinarios, biólogos,
ornitólogos y técnicos, se desplazaron el viernes por la
noche al lugar para investigar las causas de la muerte. El
sábado se dispusieron a acercarse al lugar afectado del río
Martil “para tomar muestras de aguas y para actuar de manera
inmediata con aquellas aves que aún quedaran con vida”,
explicaba Francisco Montoya. Pero para su sorpresa, después
de tener todos los permisos oportunos y papeles en regla,
cuando sólo habían recorrido 500 metros, las autoridades
marroquíes llegaron para decirles que “no podían realizar el
trabajo y se llevaron las aves encontradas”, relataba el
coordinador del proyecto. “Sentimos una gran frustración
porque no hemos podido ayudar a las aves que se encontraban
con vida y tampoco hemos podido tomar ninguna muestra de
agua” lamentaba Francisco Montoya.
Entre los ejemplares fallecidos, se encontraban aves
pertenecientes a especies acuáticas como anades azulones,
patos cuchara, fochas, gaviotas reidoras, aguiluchos
laguneros, garzas, etc. Las causas de las muertes se
desconocen pero el coodinador del proyecto comentaba que
debe tratarse de un contaminante en el agua, y que también
podría ser por “una fumigación que se produjo en la zona
días antes”. La situación “se vuelve peligrosa” porque
algunos habitantes de la zona se están llevando animales
agonizantes, “para su consumo propio”, concluía Francisco
Montoya.
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