LUNES. 25
Leo unas declaraciones de Rafael Atencia -de Seguros
Atencia y Sanz-, relacionadas con el caso de Ebania, la
empresa que vendió los muebles al conservatorio de música. Y
me veo obligado a leerla, una y otra vez, a fin de
convencerme de que este hombre está en su sano juicio. Y
parece ser que sí. Que el hombre, Rafael Atencia –de Seguros
Atencia- está convencido de que Juan Vivas ha sido quien
hizo posible que se llevara a cabo la venta de muebles por
parte de Ebania y Decoración Muebles Arjona (Indemar). Y no
tiene el menor empacho en propalar que el presidente de la
Ciudad se dedica los fines de semanas a viajar a la búsqueda
de empresarios que sean capaces de invertir en la ciudad. A
Rafael Atencia, al margen de otras necedades que dice en sus
declaraciones, convendría recordarle que en esta ciudad cada
vez hay menos tontos y sí muchos individuos dispuestos a
llevárselo calentito por la cara. De seguir haciendo
semejantes declaraciones, podríamos empezar a pensar mal de
él.
MARTES. 26
Isidro Hurtado de Mendoza y Manolo Gómez Hoyo
llaman mi atención en pleno centro. Y decidimos que lo mejor
es tomar el aperitivo en una cafetería cercana. Y allí
comenzamos a charlar de cuanto se va encartando. De fútbol,
porque es el momento apropiado, dado que nos visita el
Fútbol Club Barcelona; de toros, que los hay, aunque estemos
en pleno otoño; y de la política local. Me anuncian que está
a punto de caer un hombre importante del Gobierno, si bien
no es diputado. Y entiendo que esta persona haga mutis por
el foro antes de que la obliguen a dimitir. Pues ha cometido
demasiados errores como para continuar en su puesto. Isidro
me dice que si estoy dispuesto a ayudar a esta persona, una
vez más, y le digo que no. Que estoy ya cansado de defender
a individuos cuyos comportamientos no merecen más que un
desprecio continuado. Gómez Hoyo, en vista de mi respuesta,
me dice que se me nota muchísimo que estoy harto de aguantar
carros y carretas. Llamo al camarero, pago las copas, y me
doy el piro, tras decirles adiós.
MIÉRCOLES. 27
En la calle no se habla de otra cosa que no sea del partido
jugado ayer entre la Asociación Deportiva Ceuta y el Fútbol
Club Barcelona. Un acontecimiento del que disfruté
plenamente. Y que me sirvió para comprobar, una vez más, que
los sistemas tácticos son todos buenos siempre y cuando sean
tan sencillos como bien llevados a la práctica por los
futbolistas. Verdad de Perogrullo. Hoy, como no podía ser de
otra forma, ha habido entendidos en la materia que han
querido hablar de fútbol conmigo. Y con ellos he mantenido
una especie de coloquio en una sobremesa. Lo mejor del
asunto, créanme, es que alguien como yo, con tantos años
vividos, les hable de un fútbol moderno que ellos también
conciben. Pero de cuestiones tácticas no creo que deba yo
escribir en este espacio. Primero porque no es el sitio; y
después, porque no quiero herir susceptibilidades. Ahora
bien, como yo deseo que la ADC gane muchos partidos y
ascienda, por razones que son mas que conocidas, en
cualquier momento se me puede desatar la lengua y tendrán
que oírme los que no quieren que se les diga que se están
equivocando. A ver si es posible que se enmienden yerros aun
ganando. Ya que los errores en los momentos de victorias son
los causantes de las derrotas siguientes. En el fútbol, como
en todos los órdenes de la vida, hay que saber por qué se
gana y por qué se pierde. Pues eso...
JUEVES. 28
Coincido en el Hotel Tryp con los propietarios de la empresa
Áridos y Transportes del Estrecho S.A. Y, como otras veces
que hemos compartido tertulia, hablamos de cuestiones
variadas. Hoy, cuando sale a relucir en la conversación el
tema futbolístico, ellos me recuerdan que en su empresa está
trabajando un empleado modélico que fue compañero mío como
jugador. Se refieren a Miguel Bernal Álvarez. Quien,
siendo muy joven, fue fichado por el Jerez Industrial,
cuando el equipo jerezano competía en Segunda División A.
Bernal, pequeño de estatura, pero grande en el terreno de
juego, vio truncada su oportunidad de jugar en el Industrial
porque en su sitio había un futbolista extraordinario: Yeyo.
Cedido al Rota, por aquel entonces equipo de Tercera
División, lo más parecido a la Segunda División B actual,
Miguel Bernal demostró sus cualidades. Y fue mimado por la
afición del lugar. Y yo tuve la oportunidad, cuando estaba a
punto de sentarme ya en los banquillos, de conocer a un
magnífico futbolista y a una extraordinaria persona.
VIERNES. 29
No pocas veces he dicho que me suelo levantar muy temprano.
Cuando aún es de noche. Y que lo hago para caminar. Una
obligación necesaria para alguien que, como yo, se pasa
muchas horas sentado. Y lo primero que hago, a prima mañana,
es encender el ordenador para enchufarme a la internet. Hoy
he vuelto a encontrarme con que mi columna, ‘El oasis’,
estaba bloqueada. Y ya son tres las veces que el error se ha
repetido en apenas dos meses. Por lo que estoy legitimado
para pensar que pueda haber alguien en la Casa, es decir, en
este periódico, que hace esa maniobra adrede para ver si a
mí la malaleche no me sale refrigerada. Pues como es bien
sabido que yo trato, debido a mi edad, no tenerle miedo al
miedo, ese alguien espera que ponga el grito en el cielo.
Con toda la razón del mundo. La misma que han tenido los
varios conocidos y lectores míos, en distintos puntos de
Andalucía, al llamarme para decirme que no podían adentrarse
en la columna.
SÁBADO. 30
Llevo ya cierto tiempo sin tropezarme por la calle con
Clemente Cerdeira García de la Torre. Lo cual me
preocupa. Así que tendré que preguntar cuanto antes por la
salud de quien nunca ha dejado de patearse la ciudad todos
los días y fiestas de guardar. Mi amistad con Clemente se
fue forjando sin prisas pero sin pausas. Hasta que un día
nos dimos cuenta de que nos gustaba, en cuanto nos veíamos,
pararnos a charlar. Intercambiar impresiones. Y, por qué no
decirlo, a regalarnos el oído. Días atrás, me enteré de que
una plaza de Ceuta había sido rotulada con el nombre de
María del Carmen Cerdeira Morterero -hija de Clemente-, y lo
primero que pensé fue en su padre. En mi amigo. Y me hubiera
gustado verle para darle un abrazo emocionado. Y seguramente
me habría permitido la licencia, sin caer en sensiblerías
trasnochadas, de recordarle pasajes de una María del Carmen
vividos por mí. Con el fin de mantenerla siempre presente.
Pero, como ya he dicho, llevo cierto tiempo sin hallarme con
Clemente. Y, además de serme imposible hablar con él, me
preocupa no verle caminar por la ciudad.
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