Si a alguien pertenece el cintillo de esta columna es a él,
al políticamente incorrecto por excelencia. Una crítica de
Pérez Reverte supera cualquier ensayo empírico que se pueda
hacer de lo políticamente incorrecto, de los sarpullidos que
genera en las progres ultrafeministas (plaga contagiosa) y
de lo tremendamente placentero que nos hace sentir a los
correligionarios del murciano. Otro que expurga los pelos de
su lengua con machete, Sánchez Dragó, cuenta en su última
novela que se lo montó con dos japonesitas púberes. Con
motivo de este pasaje literario, el comité de Telemadrid
condena en bloque a Dragó y pide que se vaya. El ‘dedismo’
patológico de este país quiso que por azar un grupo de
políticamente correctos gobernaran la televisión madrileña,
los cuales, se han olvidado de que una novela, aunque del
género realista se trate, nunca será historia exacta.
¿Terminarán los progres por promulgar una ley que impida a
los artistas dibujar, retratar o escribir acerca del
machismo o en pro de la religión? ¿Serán excomulgados?
¿Acabaremos todos estudiando Educación para la ciudadanía
versículo primero según san Alfredo (Pérez Rubalcaba)? Más
allá de los dos malabaristas del lenguaje (Dragó y Reverte),
el alcalde de Valladolid se ha dado cuenta de que no hay
humor más negro ni cercenado que el de los socialistas,
cínicos de libro y capaces de demonizar a cualquier votante
imbécil del PP, pero incapaces de encajar el golpe de una
caricatura para una señora que representa lo más ordinario
de un gobierno que denigra la historia parlamentaria de este
país. Los populares han vuelto a morder el anzuelo y los
socialistas han conseguido elevar al teatro político la
gilipollez de los morritos de Pajín para, mientras tanto,
pescar (en ríos revueltos vascos) una estrategia que les
permita colgarse una medalla que voltee el marcador actual
de la vida política, todo ello, a la par que Blanco insinúa
la homosexualidad de Rajoy en una injerencia hacia los
maricones y otra prueba de cinismo. En las elecciones, yo
votaría a Reverte, pero pronostico que nada tiene que hacer
contra Belén Esteban que, como Moratinos, nunca viene
llorada de casa.
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