Fuera mundos cerrados. Fuera
bloqueos. Ese era el mundo querido por Néstor Kirchner.
Servidor lo piensa también. Debemos vencer el aislamiento y
convencernos que la humanidad es una, y ha de ser libre,
dispuesta a conocerse y a respetarse. El mundo tiene que
abrirse al mundo y ser un lugar de encuentro, de culturas
reencontradas y de civilizaciones civilizadas. Este planeta
nos pertenece a todos. Todos hemos de tomar el camino del
abrazo, de amar por lo menos un día y experimentar lo que se
siente. Dejemos los mundos fracasados, que para nada
estimulan la apertura a ese universalismo intercultural, tan
enriquecedor como preciso, del que Néstor Kirchner era todo
un precursor, a ultranza de la defensa de los derechos
humanos.
Tiene que nacer el nuevo mundo de Néstor Kirchner. Él lo
tenía claro: “respeto a la diversidad y a la pluralidad y
combate sin tregua contra la impunidad”. Pienso que nos
merecemos este mundo. Porque hay un mundo que acabó ciego
por cultivar el ojo por ojo. Y porque hay otro mundo que
acabó enfermo por colonizar la mentira como gobierno. La
consecuencia salta a la vista: el mundo está desbordado de
monstruos insensibles capaces de destruirlo todo y de
derribarlo todo, de practicar la tortura como regocijo. Por
ello, considero muy necesario romper los muros de la
indiferencia, practicar lo de ser ciudadano del mundo como
lo fue Néstor Kirchner.
El mundo no puede encerrarse. Por cierto, Néstor Kirchner,
al que ahora llora todo el mundo su sorpresiva muerte,
subrayo que ha sido un pionero en reafirmar la apertura y en
priorizar una globalización justa, que operase para todos y
no para unos pocos, en el marco de un comercio sostenible y
ecuánime, abierto, sin obviar el apoyo necesario para el
desarrollo de los postergados, de modo “que el éxito o el
fracaso de las políticas económicas se mida en términos de
éxito o fracaso en la lucha por el crecimiento, la equidad
distributiva, la lucha contra la pobreza y el mantenimiento
de niveles adecuados de empleo”.
Cuando el desarrollo sostenible parece estar echando raíces
en algunas partes del mundo, fallece el hombre que siempre
quiso ser honesto en su hoja de ruta, asumiendo como él
mismo dijo ante Naciones Unidas, “el desafío de pensar nuevo
para un mundo nuevo”. Todo un ejemplo de sabio talento y de
mejor talante, no en vano puso en práctica, lo de “combinar
distintas ideas y crear medios prácticos para ponerlas al
servicio de los pueblos”. Un deber que lo ha cumplido con
creces. Descanse en paz, ¡el hombre de paz!
|