Es lo que ha hecho la Ciudad con
Juan Carlos García Bernardo, cuyo nombre aparece ya en una
de nuestras calles, por merecimientos propios, debidos a su
trabajo en Ceuta y por Ceuta.
Era el hombre de los festejos, una parcela compleja y más
complicada de lo que parece, si es que se quieren hacer bien
las cosas, y él siempre quiso hacerlas bien.
Él lo hizo bien, muy bien a ratos y, en pocas ocasiones se
equivocó, porque vivía, a lo largo del año, con y por sus
preparativos.
Ayer me decía una persona, ajena al Ayuntamiento y al
partido en el que militaba García Bernardo:” No ha habido
ferias mejor organizadas que las de Juan Carlos”.
Y ese es el parecer de una gran parte de ceutíes,
especialmente de aquellos que viven las ferias y las demás
fiestas quedándose aquí en vez de irse a sus casas de la
Costa del Sol.
La opinión de estos, porque lo conocen, me parece totalmente
válida y la asumo como mía, a la hora de “festejar” esta
decisión que ha tenido la Ciudad con uno de los suyos.
Y es que, cuando hay que hablar de alguien que ya no está
entre nosotros, casi siempre se habla bien, aunque sea para
no desentonar, pero en este caso lo que sería desentonar,
sería no hablar o sacar a colación cosas negativas que no
aparecen en su currículo.
Porque García Bernardo ha sido un servidor público modélico
y ejemplar, que no escatimó, jamás, un esfuerzo, con tal de
que las cosas salieran, cada vez, un poco mejor.
Es, posiblemente, éste una de las excepciones de los muchos
que se dedican a lo público y pasan días, semanas, meses o,
incluso, años “sin dar un palo al agua”, por estar esperando
que llegue el final de mes, para recoger su paga.
Aquí, repito, está la excepción, en el hombre preocupado, lo
primero para que las cosas estuvieran en su sitio, y luego
para no marcar, ni manchar la imagen de Ceuta en su parcela.
Y si esto es loable, que lo es, mucho más hay que alabar al
hombre sencillo, humilde y generoso, que jamás entró en un
terreno que no fuera el suyo y, mucho menos, jamás “empujó”
a nadie para hacerse él un sitio más ancho.
Estaba en su sitio, a veces por detrás de donde le
correspondía, pero siempre fue hombre honrado, fiel a sus
principios, amigo de sus amigos, seguro en sus convicciones
y enemigo de nadie.
Ahora, estoy seguro, más de una persona, cada mañana llegará
hasta la calle que ya lleva su nombre, mirará el rótulo de
la calle, se acordará de García Bernardo y se irá diciendo:”
era de los míos , mañana volveré a honrarle con mi visita”.
Y a partir de ahora, con todos los preparativos para las
fiestas navideñas, más de uno, de los que actúan en esa
parcela que él llevó, se encomendarán a él para que los
errores y las comparaciones, ya incomparables, no afloren a
la mente de nadie.
Si de bien nacidos es ser agradecidos, con este detalle,
Juan Vivas y sus colaboradores más cercanos, han demostrado
que tienen corazón y que saben valorar el presente, pero
también el recuerdo de las buenas gentes que ya nos han
abandonado y ni están, ni estarán jamás con nosotros.
Fue una gran idea, el poner a una calle de Ceuta el nombre
de Juan Carlos García Bernardo, y fue una idea perfecta,
porque este hombre ha dejado un recuerdo imborrable en
nuestra ciudad.
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