Llevaba mucho tiempo sin mencionar
al presidente de la Unión Democrática Ceutí, Mohamed Alí.
Miento; porque mencionar sí que le he mencionado el domingo
pasado para recordar la relación de hermano que le une con
el coordinador de Política Municipal del PSPC, Juan Luis
Aróstegui. Una relación fraternal entre dos hombres
ambiciosos, aunque diametralmente opuestos en todo lo demás.
Mohamed Alí decidió participar en la política activa y a las
primeras de cambio se encontró con el éxito. Éxito que ha
podido ir manteniendo a pesar de que ha ido dando más
barquinazos que un beodo en la cubierta de un barco sometido
a un temporal de levante fuerte en el Estrecho.
Los vaivenes de MA han sido muchos. Lo mismo anunciaba que
se unía a Izquierda Unida, que al día siguiente se dejaba
fotografiar con Pedro Gordillo, tratando ambos de hacer
posible la coalición de PP y UDCE, que, a los pocos días, en
un alarde del más difícil todavía, salía diciendo que lo que
su partido deseaba era emprender un camino de política de
izquierda, junto al PSOE de José Antonio Carracao.
En algunos momentos, uno llegó a pensar que Alí estaba
sufriendo un proceso ciclotímico, como hombre público. Y que
actuaba acorde con ese estado de optimismo y pesimismo que
se le presentaba cada dos por tres. Ora me levanto ufano y
veo con claridad que a mí lo que me interesa es unirme a un
partido ganador, cual es el PP; siempre y cuando al frente
de él esté Juan Vivas. Ora me echo abajo de la cama
sumido en una crisis de pesimismo y acudo presuroso a ver a
José Antonio Carracao para que le transmita al Delegado del
Gobierno mis intenciones de unirme a la causa socialista.
Todo ello, sin contar para nada con el coordinador de IU de
Ceuta, Mohamed Haddu. Socio político y a quien no
paraba de dejar a la altura del betún.
Mientras tanto, uno observaba que los problemas de Alí,
además de dejarse llevar por su estado de ánimo, eran otros.
Me explico: el líder de la oposición veía cómo pasaba el
tiempo y él seguía sin pintar nada en los organismos de la
ciudad. Y empezó a sentirse disminuido como político. Se
hizo a la idea de que no se le valoraba su condición de ser
el presidente de la segunda formación más votada. Y comenzó
a pensar que el desaire que estaba padeciendo era adrede. Y
no dudó en relacionar cuanto le sucedía con los dos partidos
principales: o sea, PP y PSOE.
Fue entonces, en esos momentos de confusión interna de Alí,
cuando entró en acción el hombre que más fracasos ha
obtenido en la política: Juan Luis Aróstegui. Porque se
había dado cuenta de que MA, de seguir tal y como estaba,
podía incluso dimitir de su cargo. Y aprovecho la ocasión,
la única que le quedaba para poder obtener un escaño de
diputado.
Lo primero que hizo Aróstegui es irle presentando al líder
de la oposición a los distintos barandas de los organismos
ceutíes, conocidos por él. Podríamos decir, sin temor a
equivocarnos, que presentó en sociedad al hombre fuerte de
la UDCE. Y éste cayó en la trampa de creerse valorado. Y no
dudó en jurarle amor fraterno a un Aróstegui que puede
ensuciar su currículo de fracasado con una victoria que,
caso de conseguirla, será la tumba política de Mohamed Alí.
Y es que hay amores que matan...
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