Parecía que todo iba en orden y
que las salidas y llegadas de los ferrys, a pesar de la
época en la que estamos, estaba en plena normalidad, cuando
el sábado la avería de uno de los buques de Balearia vino a
alterar la normalidad en el tráfico marítimo en el Estrecho.
Una avería es algo normal en cualquier tipo de vehículo,
pero una avería a la hora que se produjo, y en el día que
era, comenzó afectando al equipo, Real Jaén, que esa tarde
había jugado aquí en Ceuta y que en vez de poderse marchar a
las ocho y media, como tenían programado, lo tuvieron que
hacer una o dos horas más tarde, con lo que su viaje y todas
sus perspectivas cambiaron radicalmente y el nombre de
Ceuta, sin culpa de nadie, volvió a ser vapuleado.
Desde entonces y con ello la imagen de separación, lejanía y
cuantas cosas más se hayan sumado a esto, ha variado y lo
que estaba siendo plenamente normal ha dejado de serlo. Una
compañía que dispone de más de un barco, no muy lejos de
aquí, bien podría haber solucionado, lo más pronto posible,
esas deficiencias en el tráfico del Estrecho, que como
consecuencia de esa avería se han venido produciendo.
No es culpar a nadie, repito que una avería es algo que
puede producirse, pero lo que sí tenemos que poner en el
“debe” de esa naviera es lo que vino después.
Todos los que tenemos que cruzar, en algún momento, el
Estrecho sabemos la cantidad de dificultades que hay, pero
si en vez de tratar de aminorar esas dificultades no se hace
lo más mínimo por ayudar a una mayor comodidad del viajero,
nos encontramos con los frecuentes problemas que van
surgiendo a cada paso.
Y es que, en este caso, el Jaén no tenía los medios de que
dispone hoy, por ejemplo, el equipo que nos visita, el
Barcelona, para poder salir a la hora que más les convenga,
fletando dos, tres o los helicópteros que sean precisos.
Para el Barcelona, este “paseo” no es nada, para el Jaén,
tras cinco horas de viaje en autobús, más otra de barco y el
tiempo de la espera, que no estaba en el programa, sí que
representa algo y no, precisamente, positivo. Es lo que
sucede, cuando se depende de medios de transporte para
todos, no para unos pocos.
Balearia, que a su llegada a Ceuta no tuvo todas las
facilidades que hubiera deseado, porque ocupar parte del
terreno de otras que llevaban muchos años, no le iba a
permitir todo lo que hubiera querido, al ir pasando el
tiempo se ha colocado, casi en la misma rueda de los demás y
ese no es el mejor de los caminos para atraerse más
clientes.
Aquí, está claro, nadie viene a “descubrir la pólvora”, pero
aquí si un día llega una naviera que dé mejores servicios y
preste mejores atenciones a los clientes, se atraería, entre
otros, a aquellos viajeros que, desde tiempos inmemoriales,
ven como los años pasan, los barcos mejoran, pero el trato a
los viajeros no ha mejorado en nada, al menos en los últimos
treinta años. De lo de antes ya no nos acordamos.
Con Balearia, como con alguna otra naviera que llegó antes
que ella, nos hicimos ciertas ilusiones que no terminaron de
llegar a buen puerto. Ellos tienen sus normas, por encima de
todo son empresas que tienen que ganar dinero y los
servicios, no siempre son los mejores. Esperemos que ahora,
en temporada baja, cuando los barcos no van llenos, no haya
muchas más averías.
|