Si decimos de un soldado que es
cobarde como un conejo, tenemos una comparación. Si omitimos
la cualidad y decimos que es un conejo, tenemos la metáfora.
La imagen comparada en el primer caso, ha hecho una
síntesis, al ser sustituida por la cualidad de la cobardía.
Hemos hecho conejo sinónimo de cobardía. Lo dicho se aprende
en cualquier curso de redacción.
Juan Luis Aróstegui ha optado por lo segundo; quiero
decir, que le ha dicho a Juan Vivas que es el conde
don Julián del siglo XXI. Y ha quedado, como es consueto en
él, peor que Cagancho en Almagro. Porque su metáfora no
tiene sentido alguno aplicada al presidente de la Ciudad.
Vamos, que ha vuelto a “pegar un petardo” literario de mucho
cuidado.
Lo cual indica que el muchacho habla sin pararse a pensar
que es muy dado a meter la pata hasta el corvejón cuando se
le calienta la boca. Lo cual siempre será motivo de crítica
en cualquier persona que yerre de tal manera; si bien es
mucho peor en alguien que presume de ser la persona más
inteligente de esta ciudad.
Me explico: para que Juan Vivas pudiera ser tenido por el
conde don Julián de la modernidad, o sea, del siglo XXI,
tenía que ser padre de una hija, y que ésta se llamase
Florinda (de apodo la Cava) y hubiera mantenido relaciones
con cualquier preboste socialista (tal y como cuenta la
historia que la Cava mantuvo con el rey, don Rodrigo). Lo
digo por el pacto de las bonificaciones.
“El conde don Julián, cuando supo que le habían desgraciado
a la niña, preparó su venganza en secreto, aprovechando que
el rey Rodrigo estaba enemistado con medio reino de España.
El romance sugiere que el encalabrinamiento del monarca se
produjo en una tarde soleada, en un alto mirador de Toledo,
cuando la inocente muchacha estaba sacándole aradores con un
alfiler de oro. El arador es el ácaro que produce la sarna,
padecimiento muy común en aquellos tiempos escasamente
higiénicos”. Esta versión es muy romántica. Y tal vez sea
mentira. Pero la damos buena.
Dado que Vivas no tiene hija alguna, que uno sepa (aunque un
hombre famoso como Juan nunca estará libre de que le
reclamen la paternidad de una hembra desde ‘Sálvame de
Luxe’, ¡menudo es mi admirado Jorge Javier Vázquez!), me
parece una torpeza de mucho cuidado que Aróstegui haya usado
esa imagen tan absurda: “Juan Vivas es el conde don Julián
del siglo XXI”.
Pues, por esa regla de tres, uno podría decir que la
fraternidad del secretario general de CCOO (y también
director del Instituto de las Puertas del Campo, y fundador
del PSPC, del que actualmente es coordinador de Política
Municipal, y otros cargos) con Mohamed Alí es debida
a que se siente muy ligado a la causa de éste por razones
que muchos conocemos. Y que callamos por delicadeza. Y
porque entendemos que el mestizaje es conveniente en todos
los aspectos. La mezcla entre individuos pertenecientes a
etnias distintas, llevada a cabo por medio del mejor
entendimiento, resulta extraordinaria. Y sirve para
refrescar la sangre. Que falta nos hace. Máxime cuando los
cristianos estamos dando muestras de inhibición en el tálamo
a la hora de traer niños al mundo. Y llegará el día en el
cual más que reclamando bonificaciones nos veamos lampando
porque nos paguen las pensiones. Aróstegui, que se tiene por
hombre muy inteligente, el más inteligente de la ciudad,
debe saber a lo que me estoy refiriendo.
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