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OPINIÓN - JUEVES, 21 DE OCTUBRE DE 2010

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

¿Qué les están haciendo a “nuestros” policías?
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

"Por Dios, que buen vasallo si hubiera un buen Señor”.

Mallorca. Tres peñas de jubilados hasta la bandera de abuelos y de abuelas. Es decir, que son susceptibles de ser considerados como “banda organizada”. A esto, un grupo de hombres uniformados irrumpe bruscamente, gritando “¡Alto, Policía!”, sorprendiendo a los viejecillos en flagrante delito. Los abuelos se aterran y lloran, uno acaba en el hospital por el susto. Pero, los Guardianes de la Ley y del Orden, expresamente enviados por uno de “estos de ahora”, no titubean en su intervención policial, porque siguen órdenes expresas.

Órdenes expresas en esta España nuestra, la del “Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios, que una de las dos Españas, ha de helarte el corazón”. Y en estos tiempos malos y oscuros, tenemos tan helados los corazones que, la sangre, nos duele al circular por las venas y la leche hispana de nuestro ADN se nos ha cortado y convertido en yogur. ¡Malaya! Que diría Mío Cid.

¿El delito cometido por los viejos y que motivó la macro redada simultánea tipo marbellí? Pues que, los muy delincuentes, tenían montados bingos ilegales, infringiendo gravemente la genuina Ley de la Competencia y encima sin pagar impuestos, así que lo mismo llegan los tiburones de la Agencia Tributaria. De hecho les intervinieron “in situ” las ganancias ilícitamente obtenidas por el hecho delictivo.

Al que movía el bombo y acumulaba el capital del negocio le intervinieron al instante la cantidad de cinco euros. Entre los tres bingos ilegales de las peñas de abuelos el Estado pudo recabar unos quince euros. Porque los cartones se vendían a diez céntimos, la línea se pagaba a un euro y el bingo a tres euros. Lógico que un jefe parido por “estos de ahora” tuviera la santa leche de mandar a “nuestros” policías a irrumpir en esos antros y lógico que, ante la oscura confidencia de que, uno de los abueletes, había utilizado los tres euros del bingo ganador en calentarse las tripas merendando, es decir cometiendo el subtipo de “autoblanqueo”, la intervención policial fuera esencial y necesaria.

Nuestros jubilados llorando por el susto. ¡Alto Policía! Y los maderos interviniendo los pobres cartones de diez céntimos y los eurillos de la modesta diversión de unos jubilados que sin duda malviven con pensiones de cuatrocientos euros, si llegan. Y que se reúnen para “echarse un bingo” y hacer bromas, y pasar un rato de contento y gritar con alborozo al hacer línea y ganar un euro. ¡Ay esta España que nos hiela el alma!. A nosotros y a ellos.

¿Ustedes se figuran las tripas de los policías, obligados a intervenir, cuando les quitaban a los ancianos sollozantes los cartoncillos y los céntimos? ¿Hacían los cartones a diez céntimos la competencia desleal a los grandes bingos? ¿Qué pensarían esos hombres “nuestros” entrando al grito de ¡Alto Policía! En una peña de viejos?. Cumplían órdenes superiores. Les mandan y tienen que ir. Aunque se les hiele también a ellos el corazón y la placa les pese una tonelada. ¿Para eso ha quedado la Policía de los españoles? ¿Para asustar a nuestros viejos?. Maldito Sistema que causa penas en nuestros ancianos y ve como los “simpáticos y progres antisistema” asolan la ciudad de Barcelona, asaltan las tiendas, queman, destrozan y usan alegremente el terrorismo urbano poniendo de rodillas a toda una ciudad , detienen a cuatro y entran dos en la cárcel por ser extranjeros. El resto de los saqueadores y proterroristas, los que han causado pérdidas millonarias y atacado impunemente a la Policía, esos en libertad por sus putas caras y los santos huevos de los inmundos en cuyas manos estamos. ¿Tendrán nuestros abuelos que divertirse con el terrorismo callejero para que no les tosan el Sr. Ministro y los suyos?.

¿Qué dicen? ¿Qué si las tácticas policiales de “estos de ahora” han conseguido amedrentar a los ancianos y coercitivamente hacerles cesar en sus conductas delictivas? Pues sí. Los jubilados ya no se juegan sus diez centimitos, felices y alborotados, loquitos por ganar el eurillo o las tres monedas del ¡Bingo!, eso “también” les han quitado estos demonios de ahora, esa ilusión inofensiva de cada tarde, ese rato de contento, esas briznas de alegría, ese echarse unas risas y bromear entre ellos.

Misión cumplida : Erradicar el delito. ¿No se le caerá la cara de vergüenza a quien mandó a los policías? ¿No se le habrán puesto los pelos como escarpias al intuir lo que echamos por la boca los españoles y las fulminaciones de España entera cuando dieron por televisión la noticia y salió, todo abrumado, el anciano delincuente binguero que acabó en el hospital por el susto?.

Pero no lograrán convertir a nuestra España en el lugar de miedo y de sombras que ellos, los “de arriba” anhelan. Por mucho que, por ahora, puedan utilizar a “nuestros” policías para movidas infames que nos desgarran el corazón. Y cuando ganen “los nuestros” seguro que nos alargaremos a las peñitas para llevarles a los jubilados los artilugios del bingo doméstico, se arrimaran nuestros compañeros mallorquines y echarán unos bingos con los viejetes. Y seguro, seguro, seguro, que el que imparta las “órdenes de la superioridad” entonces, recordando esta maldad despiadada, obligará a hacer una colecta en la Comisaría para llevarle a cada peñita una cesta de Navidad, con participaciones de diez céntimos, para rifarla, para que les haga ilusión que les toque, para que se rían y sientan contento.

Y, los del “¡Alto Policía!” también sentirán contento. Serán los tiempos en lo que, nuestra España, no nos hará sentir un repelús de frío, sino un latido de esperanza. Como Dios manda. Y nunca olviden que el buen Dios manda en todo lo bueno y lo bello del Universo.
 

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