Los alrededores de la barriada del
Príncipe se distinguen por los permanentes vertidos de todo
tipo. El perímetro del populoso barrio en el que no existe
un control del número de residentes ilegales está impregnado
de una permanente imagen de basuras, restos de obras... pese
a que regularmente las brigadas municipales adecentan esas
zonas.
Los aledaños del colegio Reina Sofía han aparecido esta
semana cuajados de vertidos de todo tipo pese a que
recientemente las brigadas municipales hicieron su labor de
limpieza y recogida de residuos en la zona donde varias
construcciones ilegales fueron derribadas. El acceso a la
trasera de la guardería allí ubicada fue parcialmente
cerrado con bloques de piedra para evitar que los vehículos,
o furgonetas de carga penetraran y descargaran sus
materiales de desecho. Sin embargo, la realidad posterior a
los trabajos de limpieza y adecentamiento refleja el elevado
grado de incivismo permanente en función de las habituales
prácticas contrarias a la regulación que se auto imprimen
las sociedades avanzadas, en las que debe incluirse Ceuta,
en la búsqueda de la calidad de vida.
Cartones, botes, botellas, papel, desperdicios varios dan la
clara muestra de que algunos vecinos del barrio no andan muy
por la labor de ser ciudadanos responsables con el entorno,
ni con la sociedad donde conviven. Cartas, documentos
personales, incluso multas de tráfico, con nombres y
apellidos, figuran entre los desechos vertidos justo en la
pared exterior de la guardería municipal, lo que provoca un
foco de inmundicia con alto riesgo para la muy sensible
instalación pública, por lo que en su interior se protege.
Un problema
El bajo concepto de responsabilidad en la convivencia y la
nula disposición a cumplir los preceptos reglados entre
estos miembros de la población ceutí (legal o ilegal)
provocan que, para desgracia de los vecinos, el Príncipe
parezca más una prolongación de lo más cutre de Castillejos
que una barriada de una ciudad que se considera moderna y
cuidada.
Este medio ha comprobado que los trabajos de limpieza en
vaguadas y laderas por parte de los servicios municipales se
llevan a cabo con cierta regularidad. Unos trabajos que sólo
duran lo que dura la irresponsabilidad de algunos residentes
de la zona ante la aparente desidia de los vecinos de bien,
la población en general y de los medios coercitivos, en
manos de la Administración, en particular.
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