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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 20 DE OCTUBRE DE 2010

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Era la época dorada de Ceuta. Aquella época en la que miles de turistas invadían, cada día, nuestras calles para comprar en los bazares los últimos adelantos de la tecnología japonesa. Transistores, relojes, radio – casset y las pareja de viejos y viejas, eran los artículos preferidos del turismo español que acudía miles a realizar sus compras en nuestra tierra.

En aquella época, pasó exactamente igual que cuando llegó la democracia, que aparecieron, como aparecen los pollos de granja los comerciantes?. Unos comerciantes sin la menor idea de lo que era el comercio, pero que ante la avalancha de compradores, abrieron sus comercios, alquilando incluso portones.

Y es que, el turismo nacional acudía a Ceuta, a realizar sus compras, sin importarle poco ni mucho lo que compraban. La cosa era comprar y llevarse a sus pueblos o ciudades la tecnología japonesa.

Ante esas compras realizadas por los miles de visitantes que nos llegaban, desde cualquier punto de la Península, estos comerciantes? de nuevo cuño, viendo sus arcas llena de dinero, inmediatamente se compraban el mercedes de turno y el chalé fuera de Ceuta, sin tener en cuenta que de ese dinero deberían pagar a los proveedores.

Y pasó lo que pasó, la ruina para la mayor parte de ellos y el cierre del comercio, de estos comerciantes de pacotilla, en cuanto llegó la época de las vacas flacas, de las que salieron indemnes los auténticos comerciantes, la mayoría de ellos aún mantienen sus negocios abiertos.

Dicen los entendidos que los booms en las ciudades, sólo tienen una duración de diez años. El nuestro no duró tanto tiempo, ya que se dio la circunstancia de que Felipe González, por “cuestiones humanitarias” abrió la “Verja de Gibraltar”, acabando con esa apertura con la llegada del turismo nacional a realizar sus compras a Ceuta, ya que se desviaba a Gibraltar.

Esa apertura de la “verja” acabó con el turismo hacia nuestra tierra, al miso tiempo que potenciaba el comercio de Gibraltar, que el asunto le vino como agua de mayo.

Los gibraltareños, los Pérez, García o Rodríguez nunca agradecieron el detalle que les permitía comer alientos frescos y no congelados, ni los millones que ingresaban en sus comercios, con la avalancha de turismo español que, con esa apertura se había desviado a realizar sus compras al Peñón.

Esos mismos gibraltareños que. el día de la apertura de la ¡verja”, se manifestaban ante ella mostrando su rechazo a España y su amor a ser ciudadanos de Gibraltar bajo el manto protector de la corona inglesa.

Y ahora nos viene a crear problemas el Peter Caruana, que manda en Gibraltar, y nos crea problemas, solicitando más unidades navales para ayudar a la policía gibraltareña en sus altercados con España. Pero Londres se ha plantado, diciéndole que no enviará más efectivo de la Armada en el Peñón.

¿Y si por un casual, de estas cosas que tiene la vida, cerramos la “verja”, volviendo a dejar que coman congelados esos, Pérez, García o Rodríguez, que presumen de ser hijos de la Gran Bretaña?. Es un decir.
 

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