No me extraña que la Copa del
Mundo haya desatado pasiones entre los ceutíes, y no me
extraña que haya sido así, porque cualquier triunfo español,
y éste es el más grande que España ha logrado, produce en
Ceuta la misma satisfacción, si no más, que en cualquier
otro rincón de la geografía española.
Y aquí, con esto, no hay ideas políticas que valgan, aquí no
hay nacionalismos, banderas o ideologías que lo vayan
separando, aquí en lo referente a lo que fue el Mundial de
Sudáfrica, como había sido dos años antes la Eurocopa de
Austria, hay una auténtica piña, con la “roja” y con la
bandera rojigualda, que nadie se atreve a desgranar, porque
es de todos, por igual, y porque incluso en lugares que, en
otras circunstancias, no se atreverían a mostrarla, en estas
dos ocasiones y muy orgullosos, portaban y mostraban la
bandera de toda España.
En esto Ceuta tiene una ventaja, como la puede tener mi
pueblo, y esa ventaja es que no hay que “cambiar de
chaqueta”, ni de colores, por un instante, ni por instante y
medio, ya que las 24 horas del día, los 365 días del año, o
los 366, si es año bisiesto, nadie siente pudor por mostrar
esa bandera, que nos pertenece a todos, sea cual sea el
acontecimiento que se esté dando.
Tras su llegada a Ceuta, donde va a permanecer, todavía,
unos días, hubo emoción, caras de no creérselo y lágrimas,
en más de un chiquillo y en más de un adulto.
Parecía imposible pero ha sido así y la emoción se contagió
a las primeras autoridades de Ceuta, que han hecho y están
haciendo todo lo posible para que “este huésped “ se sienta
en Ceuta mejor que en casa, o tan bien como en la propia
casa, por cuanto Ceuta, también, es una parte de la
“residencia” para siempre de este trofeo.
El Mundial de Sudáfrica, es cierto, aportó una sensación de
unidad como no la había aportado ningún acontecimiento en
España, yo creo que ni siquiera el descubrimiento de
América, entre otras cosas porque lo del descubrimiento no
lo supo, en el acto, nadie, y sólo pasados años y siglos,
además de con diferentes interpretaciones, se ha podido
saber lo que fue aquello, mientras que con el logro de la
Copa del Mundo, a los cinco minutos de haber terminado el
encuentro ya habían dado la vuelta al Mundo las imágenes de
la vuelta de honor de la “roja”, o el “beso” más famoso del
año.
Pero no quedaba todo en esto, ya en esos minutos ciertas
empresas de la comunicación comenzaban a hacer el negocio
del año, con las camisetas, si comprabas un periódico o
media docena de ellos, camisetas que han dado mil dolores de
cabeza a los vendedores de prensa y a los que compraron ese
periódico, pensando que al día siguiente iban a tener las
famosas camisetas que no estaban fabricadas.
Aquí, estos días, en Ceuta las visitas se van haciendo con
tranquilidad, con sensatez y no quedará un solo lugar de
toda la ciudad que no haya tenido, entre sus paredes, aunque
sólo haya sido durante cinco minutos, este preciado trofeo,
que es como si lo hubiéramos logrado todos los demás.
Llegados a esta situación y cuando ves la cara de
satisfacción de muchas personas que no tienen, apenas, otras
cosas con las que pasarlo bien, qué fácil es hacer felices a
ciertas personas, y qué pocas cosas se hacen o qué pocos
esfuerzos se realizan para traer esa felicidad a los demás.
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