Releo la prensa de días pasados y
me pregunto ¿En Ceuta, se funciona “así” o se está
sobreactuando de cara a la galería?. Porque, en todas las
facetas de la vida existen reglas del juego, unos mínimos
requisitos a seguir por ética y sobre todo por una elemental
prudencia.
Cuando aquí, desde un estrado o ante los micrófonos, se
acusa a un político de malversación de caudales públicos,
delito previsto y penado en nuestro Código Penal, es
condictio sine qua non y perdonen el cursi aforismo latino,
es requisito previo el haber dado la correndija al Juzgado
de Guardia e interponer la denuncia o la querella. No hacen
falta demasiadas pruebas porque, en esta piel de toro, las
fuerzas vivas están siempre deseando empitonar a alguien
para hacer la archifamosa “Detención de Telediario y de
Sálvame”. Pero “algo gordo” tiene que existir. Pero en Ceuta
no. O si ha existido denuncia ante la policía, ante
Anticorrupción o ante el Juzgado de guardia yo no me he
enterado o no se refleja en lo que yo he leído.
Porque las reglas del juego político, por muy sucio que sea,
exige unos mínimos requisitos formales. Y lo digo por la
acusación de malversación contra el sr. Rodríguez de
Gobernación por parte del grupo Caballas, ese extraño
gazpachuelo de comunismo y religiosidad. Acusan de
malversación sin auditoría previa ni informes técnicos en
mano y sin haber judicializado la acusación. Posteriormente
y a raíz de la acusación se realizan las auditorías y
resulta que no se ha malversado. ¡Que manera tan extraña y
temeraria de funcionar!.
Lógicamente, el linchado sr. Rodríguez, tendrá que
interponer una querella por calumnias con publicidad y el
Gobierno de la Ciudad Autónoma tendrá que unirse a la
querella. Para escarmiento de boacazas. Porque, lo que está
claro es que, entre la legalidad y el mamonéo, el sistema
suele optar por la legalidad y cualquier grupo político, a
la hora de atacar a los adversarios con artillería pesada,
imputando delitos graves, ha de tener suficiente material
probatorio y ese material probatorio, en lugar de pregonarlo
ante los micrófonos, entregarlo en los Juzgados. Eso sí, si
por la acusación vertida y las pruebas presentadas, se
incoan Diligencias Policiales o Atestado, caso de denunciar
ante la Policía o la Guardia Civil o Diligencias Previas
caso de denunciar ante la Justicia, entonces se acude a los
medios y se arma la de Dios es Cristo, al político de turno
se le pone como hojita de perejil, siempre con el “presunto”
por delante y se lanza uno a lo más fashion de España que es
“el juicio paralelo”.
Comenzar la andadura por parte de una formación de nuevo
cuño como es el Caballas, con una querella por calumnias y
difamación, emplazados al acto de conciliación y demás, es
una forma pelín problemática y muy poco inteligente de
funcionar. Las reglas del juego son : 1ª Se recaban y
obtienen pruebas capaces de sustentar una acusación que no
chismorreos de trajinosos, pruebas contrastadas. Y todo eso
por lo bajini, en plan cauto y sin dar tres cuartos al
pregonero ni rueda de prensa chupamicrofonos, porque los
micrófonos son micrófonos que no piruletas. 2ª Se acude al
Juzgado o a la Comisaría o a la Benemérita y se denuncia con
“papeles” 3ª Se admite la denuncia 4ª Se pega la veloz
correndija para contarlo y proclamarlo, pregonarlo y
vocearlo y al tipo en cuestión se le condena por anticipado
a la muerte civil. 5ª Se imprime un rollo de papel higiénico
con el art. 24 de la Constitución, la presunción de
inocencia y se le da uso escatológico-festivo.
La cosa va así y no de otra manera y si no se siguen las
reglas del juego de la legalidad se cae en el mamoneo más
osado y contumaz y se encuentra el acusador convertido en
querellado y con una petición de responsabilidad civil de
esas que se pagan con machacantes que no con los puntos del
Avecrem.
¿Qué si se está redactando la querella a partir de los
informes técnicos y de las auditorías? Supongo. ¿Qué el
Gobierno ha detectado simples “irregularidades
administrativas”? Eso nada tiene que ver con la malversación
y más munición en manos del querellante. Porque, en
política, el “todo vale” tiene unos límites marcados por la
prudencia más elemental y si se sobrepasan hay que atenerse
a las consecuencias. Judicializar la vida política y tratar
de ganar las elecciones en los Juzgados, que no en las
urnas, es una táctica que tiene más años que un saco de
gnomos.
Pero los Caballas no han tenido la astucia de judicializar
por anticipado. No han seguido las reglas del juego y ya se
sabe aquí, o legalidad o mamoneo.
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