Es cierto que las personas mayores no tienen por qué
sentirse solas o aburridas. Alternativas no les faltan en la
Ciudad y profesionales tampoco.
Durante los días entre semana el Aula permanente de mayores
ofrece una serie de actividades, que tienen como objetivo
que estas personas con distintos perfiles, pero todos con
más de 60 años, puedan pasar una serie de horas acompañados
de personas como ellos. Suelen ser amigos que acuden juntos
o que se han conocido en estas clases que comparten.
Hasta verano, al menos, podrán disfrutar de actividades
como, pintura, informática, manualidades, baile y gimnasia
de mantenimiento. De estas, la que más interés despierta
entre los mayores es la clase de informática, un campo
desconocido para muchos de ellos, y las ganas de seguir
aprendiendo más les ha llevado a algunos a repetir, de modo
que están en un nivel superior.
Es el caso de José Duarte, de 68 años. El mismo año en el
que se jubiló supo que tenía que hacer algo para cubrir todo
aquel tiempo que le ocupaba su trabajo.
Asegura que cuando se jubiló en 2006, estuvo un año sin
hacer nada “porque no me animaba a hacer este tipo de
talleres, pero fue mi yerno quien me comentó lo del aula de
informática, y ya voy por mi tercer año consecutivo”.
José Duarte está casado y su mujer también acude a este
aula, asegura que “no hemos perdido ninguno de los dos las
ganas de aprender”. Además añade “hemos hecho muy buenos
amigos aquí y hay muy buen ambiente; el profesor es
primordial, de él depende que estemos tan a gusto todos”.
Ganas de aprender
Aunque sólo se trate de un curso, para estas personas
significa mucho más, no se trata de una lección obligada,
todos los que acuden lo hacen porque tienen interés y así lo
confirma Fran Roldán, profesor de ese curso desde hace 5
años, “hay personas a las que les cuesta más que otras, pero
es envidiable las ganas de saber y aprender de todos ellos”.
África Pérez tiene 77 años y no sólo asiste a informática,
sino que por las mañanas va a clases de manualidades y los
días que le corresponde a baile y gimnasia. Los motivos que
la movieron a apuntarse a estas aulas fueron que “no quería
pasar las horas en mi casa sin hacer nada, porque he pasado
la vida trabajando”.
El caso de África es común en muchas personas de las que
deciden pasar el tiempo con este tipo de alternativas,
porque como ella explica “me quedé viuda y apenas salía de
casa, me costaba mucho cualquier cosa que me proponía hacer,
hasta que me animé a apuntarme y no me arrepiento para nada,
es más, se lo recomiendo a todo el mundo”.
El hecho de relacionarse con otras personas, con cierta edad
se vuelve una tarea más complicada de lo que parece, sin
embargo estas actividades fortalecen a la persona en ese
sentido y unen a muchas de ellas. “Aunque yo siempre he
tenido amigos, porque he trabajado con muchas personas, esto
hace mantener nuevas relaciones y sí que facilita el hecho
de salir más y animarse a hacer más cosas, ahora sin ir más
lejos, cuando acabemos vamos al teatro” afirmaba África
Pérez.
Estas ‘Aulas permanentes de mayores’ tienen un amplio
abanico de posibilidades para aquellas personas que han
superado la barrera de los 60. Además de la clase de
informática, que es una de las más multitudinarias y de las
que más interés suscita, están las matinales de
manualidades. En éstas lo que más suelen hacer es pintar
sobre telas, lienzo o figuras. La mayoría de las personas
que acuden a esta materia suelen ser mujeres, el caso
contrario a lo que ocurre con la de informática donde casi
la totalidad eran hombres. Las de baile suelen estar más
compartidas, pues al tratarse de bailes de salón en algunas
horas se suele trabajar en pareja.
Observar cómo estos alumnos se muestran ante las
indicaciones del profesor revela las ganas de vivir y
aprender que tiene cada uno de ellos. Como decían ambos
entrevistados, tanto África, como José, “hemos trabajado
durante toda la vida, somos mayores, pero tenemos muchas
ganas de aprender y lo haremos mientras el cuerpo aguante”.
No hay mejor manera de describir la vitalidad de estas
personas.
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