La historia de España esta repleta de episodios
protagonizados por individuos pertenecientes a familias
ideológicamente enfrentadas situadas en los extremos tanto a
la izquierda, como a la derecha, en un país en el que el
periodo de transición debería haber finiquitado las graves
diferencias existentes entre los dos bandos enfrentados.
Algunos parecen haber olvidado, en estos últimos años, que
los españoles decidimos mayoritariamente dotarnos de un
texto constituyente con la única intención de poner fin a la
etapa anterior, una Constitución que señalaba tácitamente
que la forma política del Estado español es la Monarquía
parlamentaria. A pesar de todo ello, unos pocos desean
reabrir viejas heridas del pasado con la única intención de
obtener rédito político a consta de la paz social, del
bienestar general de todos los españoles.
Circunstancia fomentada en los últimos meses como
consecuencia del fortalecimiento experimentado por algunas
formaciones residuales de ideología republicana, formaciones
políticamente anacrónicas con nuestras circunstancias
actuales, cuyos escasos simpatizantes se empecinan en la
utilización permanente de la provocación con la única
intención de dividir a la sociedad española. Podríamos
destacar en el ámbito nacional, a los socios de Gobierno del
tripartito, ERC e ICV, quienes entre otras muchas
actuaciones intransigentes ahora, acusan al Presidente de la
Generalitat de celebrar un “genocidio” al asistir a los
actos institucionales con motivo de la celebración, el
pasado 12 de octubre, del Día de la Hispanidad, al ser
considerado por estos como el recuerdo de un genocidio.
En nuestra ciudad, podríamos mencionar a quienes
compartieron similar argumento al acusar al Ejecutivo local
de conmemorar también un “genocidio” al aprobar junto a los
diputados del partido socialista e izquierda unida, la
creación de la Fundación Ceuta Crisol de Culturas 2015.
Fundación creada para conmemorar convenientemente un
acontecimiento histórico, que propició nuestra incorporación
a la Edad Moderna de la mano del Reino de Portugal, que ha
conseguido la adhesión a dicha iniciativa de un importante
número de asociaciones religiosas, culturales, deportivas,
vecinales, económicas, sindicales y políticas. Por tanto, no
nos equivocaríamos si equiparásemos los mensajes de estas
formaciones políticas aunque, estén separadas por cientos de
kilómetros.
En definitiva, los ceutíes sufriremos en los próximos meses
las consecuencias de la generosidad política demostrada por
los máximos dirigentes de la UDCE al intentar asegurar la
obtención de un acta de diputado, como consecuencia de la
creación de la coalición Caballas, a quien había perdido el
apoyo electoral de la ciudadanía, desde las elecciones
autonómicas de 1999. Circunstancia, que ha posibilitado la
irrupción enérgica en la política local de quien destacará
por la utilización de un discurso ofensivo argumentado en la
interpretación sectaria de la realidad. A partir de estos
momentos, todos los ceutíes, sin exclusión alguna,
sufriremos las consecuencias de una decisión irresponsable
que acercará irremisiblemente a los escaños de la Asamblea a
quien ha sido rechazado reiteradamente por la ciudadanía,
elección tras elección.
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