Recientemente y en un chat del
diario ABC, el conocido periodista Iñaki Gabilondo volvía a
entonar el mea culpa en uno más de los oscuros capítulos del
atentado del 11-M que, en su momento, fue un vector
importante en la temprana investigación sobre las brutales
explosiones en algunos de los trenes de cercanías de Madrid
en aquella aciaga e inolvidable mañana del 11 de marzo de
2004: me refiero a la existencia de restos de terroristas
suicidas en alguno de los vagones, como anunció y reiteró
varias veces la cadena SER. Pero dejemos a Gabilondo cuando
el otro día admitía que “esa noticia fue dada en el programa
que yo dirigía y, por tanto, asumí y asumo toda la
responsabilidad. La noticia fue un error. Nuestro redactor
dio fiabilidad a una fuente que consideraba solvente. Repito
que he rectificado en múltiples ocasiones y repito que
volvería a hacerlo cuando se me vuelva a pedir”.
Pues yo te lo vuelvo a pedir, Iñaki. Pero no que te
disculpes, aceptado hombre, todos podemos equivocarnos. No,
lo que quiero es que tengas el coraje de explicar el
contexto y nomines las fuentes que originaron esa reiterada
equivocación tuya que, en su momento, fue un elemento clave
en la manipulación e intoxicación informativa que se generó
desde el primer momento, tal pareciera que en sintonía con
los aun desconocidos autores intelectuales del atentado: es
decir, la existencia de un suicida en un atentado es como
una marca de fábrica, un peculiar modus operandi que canta
por sí sola la autoría. La realidad es que el 11-M es el
único atentado en su género, cometido según parece por el
terrorismo islamista… en el que no hubo suicidas: ni antes
ni después, ni en los trenes ni en Leganés. Voy centrando
Iñaki y corrígeme si me equivoco, yo también soy humano: me
gustaría saber al respecto la opinión del director por
entonces de la SER, Antonio García Ferreras y por supuesto
la de la periodista Ana Tarradellas, recordemos sus palabras
radiadas: “Tres fuentes de la lucha antiterrorista han
confirmado a la cadena SER que en el primer vagón del tren
que explotaba antes de llegar a Atocha iba un terrorista
suicida. Interior no lo confirma”. Bien Iñaki, eso el día de
autos, pero cito tus palabras del día siguiente, el 12-M:
“Fuentes de la lucha contraterrorista han apuntado a la
cadena Ser la posibilidad de que un terrorista suicida se
haya inmolado en uno de los trenes. Sin embargo, tanto el
ministerio del Interior como el portavoz del Gobierno niegan
esa información, al menos por el momento”. A continuación un
locutor sigue dando curiosos detalles, detalles que sirven
para apuntalar la primicia informativa de tu programa, en el
que la existencia de al menos un suicida no es confirmada
por el Gobierno, como muy seguro señalas “al menos por el
momento”. Sigamos con tu locutor: “Las fuentes consultadas
por la SER confirman que una persona llevaba tres capas de
ropa interior y estaba muy afeitada. Una práctica muy
habitual entre los comandos suicidas islámicos antes de
inmolarse”. ¡Brillante intoxicación!.
A ver Iñaki: a las 1.30 horas del 12 de marzo, el Instituto
Anatómico Forense certifica oficialmente que “en ningún caso
se han encontrado datos o signos indiciarios con base
científica que permitan suponer la existencia de un suicida
entre las víctimas”. Pero nada, vosotros a lo vuestro,
seguros de vuestras fuentes, Iñaki. No me extraña, si era un
criminal y confeso cleptómano, ex Secretario de Estado de
Seguridad por más señas, quien nada más explotar los trenes
de la muerte intoxicaba a un entusiasta García Ferreras para
que luego, éste, sugiriera la “desinformación” oportuna a
transmitir en tu exitoso programa. Mañana sigo, Iñaki.
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