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OPINIÓN - JUEVES, 14 DE OCTUBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

La protección de los animales
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es algo que cada día se lleva más y, en teoría, es una medida perfecta, de no ser porque esa perfección que aparece “en los papeles” o “en los despachos”, una vez traspasada a la realidad, tiene muchas lagunas.

Estamos en plena época de caza, una vez que se ha abierto la veda, y los aficionados a la caza, cada día de los permitidos para poder cazar, salen al monte dispuestos a abatir cualquiera de las piezas que se les coloquen delante de sus escopetas.

Es una afición, un entretenimiento, posiblemente un deporte y, no creo que vaya en contra de los animales, ni siquiera en contra de algunos de aquellos que han abatido.

Y no es eso, porque el cazador, digo el cazador no “el ladrón del monte”, sabe cuando, donde y como tiene que comportarse para abatir una pieza. No sale a cazar por cazar, sale a otra cosa.

El verdadero cazador no va en busca de lo que salga, él sabe cuando tiene que disparar y cuando no es una pieza apta para ser abatida, en aquel momento.

Por eso, cuando hay ciertos cómplices del esperpento proteccionista sin más, alguno de esos que se auto define como protector de los animales, sin conocer las especies que intenta proteger y sin haber salido al campo y comprobar in situ cual es el hábitat, para bien o para mal de ciertos animales, a esos hay que decirles que las nuevas progresías, el palabreo rutinario, que tanto viste, lleva, a diario, a hacer el ridículo en cada una de las palabras que sobre este asunto pronuncian.

El ambiente de la protección de ciertos animales surgió, muy especialmente, cuando Rodríguez de la Fuente, con unos medios que otros muchos no habían tenido, filmó varias serie de animales en su hábitat, que para la mayoría de los que los veíamos, yo incluido, representaban un mundo, totalmente, desconocido.

El colorido, la televisión ya en color, y unas imágenes muy bien elaboradas ponían al espectador del lado de lo que dijera el propio Félix.

Con él, no con otro, apareció la defensa a ultranza del lobo, como si fuera un animalito inofensivo, cuando se trata de uno de los seres más dañinos que uno puede encontrar.

La defensa del lobo, en un despacho, o en un documento, queda muy bien, pero no debe resultar tan agradable a un ganadero de Castilla o de cualquier otra comunidad, cuando este “bienhechor animalito” cae sobre su rebaño de ovejas, por ejemplo, y no se para en llevarse una o dos, sino que destroza todo lo que hay allí, la riqueza de una familia, lograda a través de varias generaciones.

Otro tanto sucede y de esto si que están al día nuestros cazadores, también aquí en Ceuta, con el ámbito en el que se mueven los jabalís.

¿Se puede pedir una defensa a ultranza del jabalí?. Como piezas para que no se extinga la especie, vaya, pero no mucho más, por cuanto nos encontramos ante otro tipo de animal dañino que además de maltratar la caza es un peligro, incluso, para los perros de los propios cazadores.

He querido traer hoy esto a mi columna, cuando no ha hecho más que abrirse la veda, para animar a los cazadores, a esos que protegen y no destrozan las áreas que recorren, aunque hay quien confunde destrozar la naturaleza con haber abatido alguna pieza que el propio cazador va a saborear con sus amigos. Para mí, protección a los animales, sí, pero no a cualquier precio, para que sirva de adorno.
 

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