La Asociación Comunidad Romani se presentó en sociedad el
pasado mes de febrero y desde entonces ha desplegado una
importante actividad para dar cuenta del arraigo cultural e
histórico de este colectivo en Ceuta. Su presidente, Miguel
Jiménez, y uno de sus miembros más veteranos, Juan Córdoba,
han visitado EL PUEBLO para hablar del proceso de
integración de la comunidad romaní en Ceuta, de la
importancia que sigue conservando para ellos la figura del
patriarca, de la evolución experimentada por la mujer gitana
y, desde luego, de la persecución de que están siendo objeto
como grupo en otros lugares de Europa como Francia, así como
de las esperanzas que albergan sobre el futuro.
Pregunta.- En términos generales, ¿cómo evalúan la situación
de la comunidad romaní en Ceuta?
Miguel Jiménez.- Como comunidad llevamos en la ciudad más de
cien años. Como asociación somos algo reciente, nos
presentamos el pasado 11 de febrero y vinieron a avalarnos
personas como Juan de Dios Ramírez Heredia, presidente de la
Unión Romaní de España, o Diego Fernández, director del
Instituto de Cultura Gitana.
P.- ¿Cómo se ha producido la integración de la comunidad
gitana en la sociedad ceutí?
M.J.- Hablando hace poco con Paco Sánchez, investigador del
Instituto de Estudios Ceutíes, me dijo que cuando más
gitanos ha habido en Ceuta es cuando se construyeron las
bocanas del puerto, y sobre todo cuando la guerra de
independencia de Marruecos. Por tanto, llevamos aquí mucho
tiempo y hoy somos personas sedentarias. Siempre nos hemos
sabido acoplar a la circunstancia de la vida. De todos
modos, viviendo en un territorio fronterizo con Marruecos
existe más posibilidad de integración, menos barreras, más
diversidad cultural y la gente se entiende mejor.
P.- ¿Pero han podido conservar sus rasgos culturales?
M.J.- Sí, es difícil porque vivimos el siglo XXI y hay que
conjugar el pasado histórico que tenemos con el presente y
no podemos quedarnos atrás ni tampoco queremos dejar en el
olvido nuestras tradiciones.
Juan Córdoba.- Tenemos que mantener nuestra cultura porque
si la perdiéramos también perderíamos nuestra propia
identidad. Pero es cierto que tenemos la obligación de
evolucionar al ritmo que va la vida, porque no podemos
quedarnos atrás. Si lo hiciéramos es como si estuviéramos en
un camino perdido. No es por nosotros sino que la vida lo
exige. Por eso somos conscientes con las generaciones que
están creciendo que la vida evoluciona. Yo no soy de Ceuta.
Aquí hay muchos gitanos que vivían en Marruecos, en Tetuán y
sus alrededores. Mi familia en cambio es de Málaga, toda es
evangelista y algunos miembros están muy bien formados. Mi
abuelo, mi padre, yo nos hemos dedicado a la venta
ambulante. Y estos niños saben lo que hemos tenido que
trabajar para mantenerlos y sacarlos adelante y han dicho,
“esto yo no lo quiero”.
P.- ¿Cuál es la principal actividad laboral que
desarrollan hoy los gitanos en Ceuta?
M.J.- Está el mercado de Hadú que lo hemos llevado
principalmente los gitanos. Aunque ahora hay mucha
diversidad y te puedes encontrar un guardia civil, un
policía, un funcionario, poquitos, pero haberlos los hay.
P.- ¿Cuántas personas forman la comunidad en Ceuta?
M.J.- Se calcula que unos setecientas. Se sabe por las
bodas.
P.- ¿Qué tradiciones gitanas perviven en Ceuta?
M.J.- Sobre todo el respeto a los mayores, a los padres.
J.C.- Nosotros, por supuesto, nos ajustamos a las leyes
cuando se comete un delito. Pero también tenemos al gitano
más viejo, el patriarca, el que más capacitado está, el más
inteligente, al que planteamos nuestros problemas con alguna
otra persona de nuestra etnia. Él escucha a todas las partes
y da su veredicto para que el problema no llegue más lejos.
P.- ¿Y se siguen celebrando bodas gitanas?
J.C.- Cada vez menos. Ya estamos muy mezclados y ante todo
somos personas. Sin embargo las hay. Se celebran en naves
industriales y el padre se queda ‘esmayao’ y se gasta todo
el dinero en sus hijos aunque mañana se vea con un solo
pantalón.
P.- ¿Entonces hay muchas parejas interétnicas?
J.C.- En una boda gitana nosotros tenemos una cosa muy
íntima y muy nuestra: el rito para comprobar la virginidad
de la novia. Y los payos no pueden estar en este rito. Sin
embargo, en una boda del sobrino del presidente estabán muy
mezclados, había muchos payos pero no se les podía echar
porque estaban casados con gitana.
P.- ¿Cuál es actualmente el papel de la mujer en la
comunidad gitana?
M.J.- Esta evolucionando igual que en la sociedad gaché.
Está empezando a trabajar fuera de casa y está llevando el
trabajo a medias con el hombre. Pero la evolución es más
lenta que en la mujer no gitana. Los gitanos siempre vamos a
la cola de la sociedad.
P.- ¿Qué le diría a Sarkozy?
M.J.- Es una batalla entre David y Goliat. Pero estamos
orgullosos de nuestro romipén. Los casos de corrupción
detectados en nuestro país no son de gitanos. Las bombas
atómicas y el armamento de destrucción masiva no son
gitanas. Las agrupaciones terroristas no son gitanas. Los
que han provocado las terribles guerras en la Historia no
son gitanos.
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