Un día no muy lejano, es posible
que se hable de la línea 8 de los autobuses de Ceuta como la
línea maldita en la que, a cada instante aparecen
incidentes.
En muchas ocasiones hemos dicho y, posiblemente, tengamos
que decir, también, que en determinadas líneas hay
deficiencias, que a ciertas horas no hay los servicios que
debiera haber pero, por esa circunstancia no se puede omitir
ni, mucho menos, justificar que en la línea 8 haya una
constante inseguridad, no por la propia línea, sino por lo
que rodea en alguna o en algunas de las partes por las que
circulan esos autobuses, en su recorrido.
Y como lo más fácil puede ser echar la culpa “al empedrado”
pues, en parte porque son elementos que intervienen y en
parte porque al no conocer exactamente quienes son, con la
denominación de escolares se enjuicia y se explican unas
actuaciones vandálicas que no tienen justificación alguna y
que, algún día, habrá que cortar definitivamente.
Se habla de una última agresión. Para mí el término último
en este tipo de actuaciones no existe, porque a esa que
llamamos última, tal vez, puede añadirse alguna otra o
algunas otras en cualquier instante.
Con todo en esa “última” una de las lunas del autocar
estalló y cayó sobre un motorista que circulaba muy cerca.
Varios problemas, pues, a un mismo tiempo, una luna que se
destroza, daños para la empresa, que ya veremos quien los
paga, peligro para el conductor del autobús y para los
pasajeros, que nada tienen que ver con todo este tinglado
que tanto se repite y, por si fuera poco, daños y peligro
para quien va circulando, ajeno a todo esto y que recibe “un
regalo” nada agradable.
Es algo que, ya lo hemos dicho, es el fruto de momentos,
días, semanas y muchos años de transigir y permitir lo que
se veía venir y que se está escapando, si es que no se ha
escapado ya, de las manos, por hacerse incontrolable.
Y es que, de poco me sirve a mí que se diga, desde la
compañía de autobuses o desde la policía que se han
identificado a todos o a parte de los autores de ese ataque
o de esos ataques.
Eso no sirve de nada para la seguridad total de quienes
viajan en esa línea, si una vez identificados los autores de
esos hechos no reciben su correctivo, de acuerdo con las
leyes, sí, pero en el grado que las leyes lo enjuicien, si
es en el máximo mejor.
Y es posible que sea el comienzo del nuevo curso el
detonante, otra vez, de todo esto, pero si ya estamos
seguros de que los problemas vienen por ahí, la prevención
debiera haberse usado desde antes, incluso, de que el curso
comenzara.
Porque si son problemas, únicamente, de los períodos
escolares, habrá que salvar la situación con unos servicios
de seguridad para que los servicios de viajeros puedan
cumplir con su cometido.
Si estamos hartos de oír que las peleas, los momentos de
tensión y los insultos a los conductores son moneda de uso
común, aquellos que provocan la tensión y aquellos que
insultan a los conductores deberán ser puestos a buen
recaudo, eso lo primero y, a continuación, que la ley actúe.
Y para que nada quede a medias, lo más lamentable es que,
existe la sospecha de que todos esos alborotadores, o la
mayor parte de ellos, ni siquiera pagan. Visto así, nos
encontramos en una línea en la que parece que la ley no
tiene sitio y eso, cuando menos, es muy preocupante, o a mí
me lo parece.
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